Por: Darío Valle Risoto
Cualquier excusa puede resultar buena para ayudar a los más necesitados pero se me ocurre que entro en un terreno muy escabroso al referirme al gran espectáculo, el circo Friki, la gran bestia pop erigida bajo la única y hegemónica bandera del capitalismo más atroz, si es posible otro, que fabrica un circo perfectamente aceitado de performance iniciática donde los ricos y feligreses convergen tal carnaval para “Ayudar”.
Todo un entramado de disparos al corazón, la búsqueda incesante de sensibilizar al gran público, al degenerado que sin objetar le reza al control remoto por más de veinticuatro horas en descanso al servicio de la industria del desperdicio. Las empresas “donan” y descuentan impuestos: ¿Qué puede haber de mal en ello? Artistas, filósofos crípticos, madres sufridas y niños con problemas esperan haciendo cola para que el animador de turno presente, nos conmueva, llore y lloremos todos mientras abrimos las billeteras. Publicidad barata y sin censsura, el sumun de la venta anticipada hará que ciegos busquemos las marcas de la Teletón porque allí hay gente buena que comparte y llora con nosotros.
Del otro lado porque siempre hay otro lado hay una lista de niños en espera porque el dinero nunca es suficiente en un sistema pluscuanabsurdo, donde todo pasa por el evangelio del dólar y los niños que no llegan deberán esperar hasta el próximo circo beat.
Inaugurada dentro de la dictadura chilena por un Don Francisco amigo de Pinochet y copiando un sistema de los estados unidos abalado por ultra derechistas como Jerry Lewis (Quién se condolió cuando el asesinato de Dan Mitrione) la teletón ha sido un gran éxito del capitalismo el más inteligente de los sistemas de usura, de robo a mano desarmada, de burla siniestra al sentido común. No hay producto más vendedor que un niño inválido, una madre destrozada, un padre trabajador destruido que no haya solución hasta que estos súper héroes del consumo bajan de sus cumbres onerosas y reparten lo que desde el vamos ya debería ser parte de un sistema verdaderamente solidario, auténticamente humano, realmente socialista.
Pero me remito a la introducción, cualquier excusa sirve para hacer el bien aunque muy pocos sintamos que otra vez somos manipulados por un sistema que “vende salud”, contrata educación y ensaya las lágrimas de cocodrilo para el próximo año. Y como anarquista me vuelvo a preguntar: ¿Para que inventamos el Estado si este no puede darle solución a estos miles de niños con problemas?
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