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miércoles, 20 de agosto de 2014

LA MUERTE DE VULCANO

LA MUERTE DE VULCANO
por RAFAEL NARBONA


 La tradición casi nunca es sinónimo de excelencia, sino de atraso y barbarie. La agonía de Vulcano, un astado colorado de 580 kilos, en la infame fiesta del Toro de la Vega sólo corrobora que el pasado no puede explotarse como argumento ético, pues la esclavitud, la discriminación de la mujer y las ejecuciones públicas disfrutaron durante siglos del apoyo de la sociedad y de las leyes, que esgrimían como justificación el derecho natural y la protección del orden público. La muerte de Vulcano, hostigado por una horda de energúmenos y alanceado por unos desalmados sin un ápice de conciencia o dignidad, revela una vez más que España no ha conseguido desprenderse de su pasado inquisitorial y de su crueldad atávica, casi racial. Si la tauromaquia es la esencia de lo español, de acuerdo con la proliferación de banderas rojigualdas con el toro de Osborne, nuestro país es un yermo habitado por canallas, donde sólo prosperan la brutalidad, la ignorancia y el odio. Sería tentador establecer algún paralelismo entre Tordesillas y el general Gonzalo Queipo de Llano, que  nació en la villa, pero se trata de un dato irrelevante. Sin embargo, yo aprecio en las charlas radiofónicas del general, invitando a los legionarios y a los regulares a violar y a exterminar a las mujeres de los “rojos”, la misma cobardía e iniquidad que empuja a los mozos de Tordesillas a acorralar a un herbívoro y apuñalarlo hasta la muerte.

Este año un lancero llamado David Rodríguez Mata ha acabado con Vulcano, inscribiendo su nombre en la historia de la infamia. Imagino que en su interior se agitan los mismos demonios que animaron a los pistoleros falangistas de la retaguardia, aficionados a festejar sus hazañas con unos vinos. Se objetará que no se pueden establecer analogías entre la vida humana y la vida de otras especies, pero yo creo que los falangistas, militares o requetés que agujereaban cráneos de maestros, sindicalistas y poetas, actuaban de acuerdo con los mismos impulsos: sadismo, mezquindad, perversión moral. Al parecer, sólo dos toros han sido indultados en las fiestas de Tordesillas: “Bonito” y “Presumido”, que sobrepasaron el límite establecido para abatir a los astados. Ninguno pudo disfrutar del indulto. “Bonito” murió poco después a consecuencia de las heridas causadas por lanzas, cuchillos e incluso tijeras. “Presumido” se internó en un maizal y la Guardia Civil no se atrevió a perseguirlo a pie. Después de localizarlo desde el aire, un agente le pegó un tiro. La intervención de la Benemérita en unos hechos acaecidos en 1995 añade una nota sombría a una peripecia que evoca los aspectos más truculentos de la España negra. Siempre he asociado la montera al tricornio y, tras contemplar a Esperanza Aguirre, ex presidenta de la Comunidad de Madrid, y a Mario Vargas Llosa, su fiel escudero y pluma al servicio de la satrapía neoliberal, saludando con el grotesco tocado de los matarifes, he sentido que mi asociación no era algo gratuito, sino uno de esos arquetipos del inconsciente colectivo que atribuyen a una forma un significado inequívoco. En este caso, el tricornio y la montera se funden en su connotación sangrienta, ignominiosa y rastrera. El tricornio y la montera simbolizan la represión, la tortura y la impunidad. Por eso, son atributos inconfundibles de la España negra, primitiva y cainita.


Saber que en 2010 participó la primera mujer (Mélany San José) en el Toro de la Vega no puede borrar el insoportable hedor a machismo del festejo. Al parecer, los mozos gritaban a Mélany: “¡Chica, métete en la talanquera!”. No sé si habrá algún idiota que relacione la presencia de una mujer con un avance en la lucha por la necesaria e incuestionable igualdad entre los sexos. No creo que ningún feminista sensato se regocije con la implicación de una mujer en una orgía de sangre y crueldad. Quizás Fernando Savater considere que sí es un signo de progreso, pero hace mucho que no leo sus majaderías. Desgraciadamente, no se me ha pasado desapercibido un titular del ABC, donde el antiguo discípulo de Agustín García Calvo, afirma que “muchos parados querrían vivir como el toro de lidia”. Poco después, he descubierto en la red una foto del egregio filósofo y publicista, posando en la zona del ruedo reservada a los mulilleros y he recordado otra de sus genialidades: “Dentro de poco, el emblema de España será Bambi”. Es curioso que un plumífero que admite su cobardía (“Nunca me pondría delante del toro. Me da mucho miedo”), lance un exabrupto que podría ser una frase de Millán Astray. No sé si en la intimidad, Savater saca pecho y chilla: “¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!”, pero sus comentarios podrían circular por un bar atestado de rufianes, sin producir la más leve disonancia. España no ha destacado nunca por sus filósofos. Alguno mencionará a Ortega y Gasset, amante de la tauromaquia, pero le recordaré una de sus frases más castizas, que cuestiona su lucidez: “Yo amo con exaltación a mi Patria, y antes que a la libertad, antes que a la República, antes que a la federación, antes que a la democracia, pertenezco a mi idolatrada España”. Para Ortega, “la historia del toreo está ligada a la historia de España, tanto que sin conocer la primera, resultará imposible comprender la segunda”. Creo que tiene razón. Por eso, muchos abjuramos de España, pese a haber nacido dentro sus límites geográficos. No podemos amar a un país que aún se emociona con el martirio de un herbívoro, reservándole una muerte más espantosa que la de un reo condenado a morir por garrote vil.


Vulcano murió linchado por una caterva de miserables. 50.000 personas mancharon su alma, contemplando el escarnio. A pesar de que el Partido Animalista (PACMA) reunió 85.000 firmas durante su campaña “Rompe una lanza”, pidiendo al Congreso de los Diputados la abolición del festejo, sólo un centenar de activistas se acercaron a la villa. No hay que sorprenderse, pues ni siquiera los periodistas pueden adentrarse en el pueblo, sin ser agredidos o amenazados, lo cual confirma que la violencia contra un animal suele coexistir con la violencia hacia los seres humanos. El Toro de la Vega no desaparecerá. Al menos en un futuro próximo. Tordesillas seguirá cubriéndose de ignominia, pero no más que el resto de los pueblos que incluyen en sus fiestas actos de violencia contra animales privados de cualquier derecho, incluido el de no ser torturados. Toni Cantó, actor y diputado de UPyD, afirmó hace poco en el Congreso que “los animales no tienen derecho a la vida y a la libertad”. Aunque no habló de “la dialéctica de los puños y las pistolas”, su intervención sonó a falangismo renovado. De hecho, el ultraderechista Ricardo Sáenz de Ynestrillas ha asegurado que UPyD es “lo más parecido al auténtico falangismo”. Con sus palabras, llenas de desprecio e insensibilidad hacia el sufrimiento de otras especies, Toni Cantó le dio la razón a Jacinto Benavente: “Las corridas de toros son un vicio de nuestra sangre envenenada desde antiguo”. No soy un fan incondicional de Alex de la Iglesia,  pero una vez declaró: “No voy a los toros, no voy al circo, no voy al fútbol… No soy de este país”. He de admitir que me hubiera gustado pronunciar estas frases, especialmente la última: “No soy de este país”. Algunos me dirán: “Pues vete a Cuba o a Corea del Norte”. Yo me limitaré a contestarles: “Marchaos vosotros a Tordesillas, villa infame, miserable y sangrienta”.


RAFAEL NARBONA
El copyright de la primera foto pertenece a William Criollo
(http://rafaelnarbona.es/?p=5144)

domingo, 17 de agosto de 2014

Las verdaderas causas de la elevada deuda pública

Las verdaderas causas de la elevada deuda pública



Por Juan Torres López
Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla
Publicado el 16 de mayo de 2012

Las autoridades europeas se empeñan en hacer creer que el principal problema que tienen que resolver es el de la deuda pública y afirman que ésta se ha generado por el excesivo gasto de los gobiernos en servicios públicos, y porque las personas normales y corrientes hemos vivido “por encima de nuestras posibilidades”. Por eso dicen que su único remedio es aplicar las durísimas políticas de austeridad que proponen.

Se trata de un juicio que no responde a la verdad y que está llevando a los países europeos al desastre porque los efectos de los recortes de inversión pública y gasto social que aplican está destruyendo la capacidad de generar ingresos, no solo a corto sino a medio y largo plazo, y eso va a dar lugar, si no se cambia de rumbo urgentemente, a muchos años de penurias y grandes sufrimientos y convulsiones sociales.

Con independencia de que en la mayoría de los países el problema es la deuda privada y no la pública (un asunto que no voy a tratar ahora) la realidad es que las causas verdaderas de ésta última son otras distintas a las que proclaman las autoridades y, por tanto, requieren un tratamiento diferente. Las más importantes son la siguientes:

- En primer lugar, haber prohibido la financiación a los gobiernos por el banco central y obligar a que se financien por la banca privada. Eso ha producido un encarecimiento extraordinario de la deuda traducido, paralelamente, en enormes beneficios para los banqueros privados. Los economistas franceses Jacques Holbecq y Philippe Derudder han demostrado en su libro La dette publique, une affaire rentable: A qui profite le système? ( Ed. Yves Michel 2009) que Francia ha tenido que pagar 1,1 billones en intereses desde 1980 a 2006 para hacer frente a la deuda de 229.000 millones existente en ese primer año. Es decir, que si hubiera sido financiada por un banco central sin pagar intereses se hubiera ahorrado 914.000 millones de euros. Sabemos que España ha pagado ya tres veces la deuda que tenía en 2000, Agustín Turiel ha demostrado que solo en 2008, 2009, y 2010 ha tenido que pagar 120.842 millones de euros para hacer frente a la deuda en las condiciones que le imponen los mercados (La deuda ilegítima del Estado Español) y que en los Presupuestos Generales del Estado de 2012 se consignan más de 28.876 millones de euros de intereses. En toda la Unión Europea los dos investigadores citados muestran que se pagan anualmente unos 350.000 millones de euros a la banca privada por este mismo concepto. Es evidente, pues, que el factor principal que ha encarecido la deuda pública, el que la mantiene hoy día en sus niveles desorbitados, es el que haya sido financiada por la banca privada a intereses de mercado.

Si el Banco Central Europeo hubiera actuado como un auténtico banco central, en lugar de ceder la financiación a la banca privada para que esta hiciera un negocio descomunal, las economías europeas no estarían en la situación calamitosa en la que están y los pueblos europeos no tendrían que estar soportando los sacrificios tan grandes que ahora soportan. Además, de esta forma se habría evitado no solo tener que gastar mucho más en la financiación sino también el sufrirla en las condiciones tan volátiles que generan los inversores especulativos que predominan en los mercados. Y así se obligaría más fácilmente a los bancos a que dediquen sus recursos a cumplir con su función que es la de financiar a las empresas y consumidores para que así haya actividad, empleo e ingresos públicos suficientes.

- En segundo lugar, el gran incremento de las desigualdades que ha hecho que montantes cada vez más grandes de ahorro de las clases más ricas se destinen a la especulación deteriorando la actividad productiva y disminuyendo así la generación de ingresos privados que, a su vez, nutran puedan nutrir las arcas públicas. Y no se puede olvidar que esa desigualdad se ha generado deliberadamente, por influjo de los grandes grupos oligárquicos, al aplicarse políticas de moderación salarial y de fomento del trabajo precario, y haciendo reformas fiscales regresivas que han mermado los ingresos públicos con tal de permitir que los más ricos, las grandes fortunas y grandes empresas, apenas paguen impuestos. Si estas últimas no cometieran fraude fiscal en España no habría que hacer posiblemente ningún tipo de recorte en el gasto público.

- En tercer lugar, la existencia consentida de paraísos fiscales en donde se calculan que hay entre 1,5 y 2 billones de euros que no tributan ni un solo euro a las haciendas europeas.

- En cuarto lugar, la identificación del progreso con el mito del crecimiento intensivo que ha llevado a realizar gastos públicos completamente innecesarios e improductivos (grandes aeropuertos e infraestructuras infrautilizados y desproporcionados, trenes de alta velocidad, edificios suntuarios…).

- Y finalmente, la falta de democracia real que permita el control social de las autoridades, la sanción contundente de la corrupción y la participación efectiva de la ciudadanía en la gestión presupuestaria para poder evitar que ocurra todo lo anterior.

Por lo tanto, la solución a los problemas de la deuda pública en Europa no puede pasar por las políticas de austeridad que están aplicando las autoridades y que simplemente consisten en recortar derechos sociales y recursos para el bienestar, con el fin soterrado de facilitar el negocio de su provisión privada y de mantener los privilegios de la banca y de las grandes empresas.

La solución es otra.

Con carácter inmediato hay que plantear una quita en toda Europa de la deuda existente, que es completamente imposible que se pueda pagar, repudiando la deuda generada por la financiación privada y por la especulación en los mercados; modificar el estatuto del Banco Central Europeo para que financie sin intereses los gastos extraordinarios de los gobiernos (sin perjuicio de que eso deba ir acompañado de un control de las demás circunstancias que provocan un crecimiento inadecuado de la deuda pública que debe limitarse a financiar necesidades extraordinarias o las inversiones que necesita el desarrollo integral y sostenible de las economías); la prohibición de los paraísos fiscales; la puesta en marcha de un plan de lucha contra el fraude en toda Europa y de reformas fiscales progresivas con figuras impositivas que graven las transacciones financieras y particularmente las de carácter especulativo; recuperar el poder adquisitivo de las rentas más bajas para generar actividad, empleo e ingresos públicos; prohibición de la utilización de productos financieros vinculados a las necesidades sociales básicas o a los recursos estratégicos de las economías; y reformas políticas que fortalezcan las democracias el control, social y la participación ciudadana. Aunque, siendo realistas, hay que señalar que para frenar de verdad la deuda pública y no echar sobre las economías una losa insoportable e insostenible en forma de gasto público corrupto y despilfarrador, será necesario a medio plazo avanzar aún más, estableciendo controles de capital para evitar la constante inestabilidad monetaria, desmercantilizando el trabajo y repartiendo el empleo, y configurando nuevos regímenes de propiedad y de derechos asociados a ella para evitar la concentración actual de los recursos y el dominio de los mercados y de la sociedad por los grandes grupos de poder empresarial y financiero.

(http://blogs.publico.es/dominiopublico/5229/las-verdaderas-causas-de-la-elevada-deuda-publica/)

DESENCHÚFATE!!

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(Fotografía:El mejillón suicida)