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viernes, 27 de mayo de 2011

NO A LA BRUTALIDAD POLICIAL

SI NO TE HAS "INDIGNADO" AÚN...
Indignats | Desallotjament de la Plaça Catalunya


FUENTE:http://paparolingaradio.blogspot.com/2011/05/wont-get-fooled-again.html
(Con permiso de Javi y su excelente blog)

No seremos engañados nuevamente

Estaremos luchando en las calles
con nuestros niños a nuestros pies,
y la moralidad que ellos cultivaron se habrá ido
y los hombres que nos impulsaron
están sentados juzgando todo lo malo,
deciden y el rifle es quién canta la canción.

Inclinaré mi sombrero a la nueva constitución
y haré una reverencia para la nueva revolución,
sonreiré y reiré a los cambios por todas partes
tomaré mi guitarra y tocaré…
igual que ayer,
entonces me arrodillaré y rezaré…
no seremos engañados nuevamente.

El cambio, tenía que venir
lo supimos todo el tiempo,
fuimos liberados del corral, eso es todo
y el mundo simplemente luce igual,
y la historia no ha cambiado
porque los estandartes ondearán en la siguiente guerra.

Inclinaré mi sombrero a la nueva constitución
y haré una reverencia para la nueva revolución,
sonreiré y reiré a los cambios por todas partes
tomaré mi guitarra y tocaré…
igual que ayer,
entonces me arrodillaré y rezaré…
no seremos engañados nuevamente.
¡No, no!

Me mudaré y con mi familia a mi lado,
si ocurriese que nos dejasen medio vivos,
tomaré todos mis documentos y sonreiré al cielo
aunque sepa que los hipnotizados nunca mienten…
y tú ?.....

Siiiii…..

No hay nada en las calles,
que me parezca diferente
y los eslogan serán reemplazados… a propósito,
y los que militaban en la izquierda
ahora militan en la derecha,
y las barbas han crecido más largas durante la noche.

Inclinaré mi sombrero a la nueva constitución
y haré una reverencia para la nueva revolución,
sonreiré y reiré a los cambios por todas partes
tomaré mi guitarra y tocaré…
igual que ayer,
entonces me arrodillaré y rezaré…
no seremos engañados nuevamente.
¡No, no!

¡Siiii…!

Conoce al nuevo jefe…
igual al anterior jefe.

The Who - Wont Get Fooled Again

viernes, 20 de mayo de 2011

Un Dia Sin Políticos...Solo Gente!


Video resumen Manifestación 15M Democracia Real Ya

domingo, 1 de mayo de 2011

Apagar la televisión es salud

Cada vez que Carlitos hacía lo mismo en el ómnibus, los vendedores ambulantes lo miraban raro, pero aquel día, (como evidentemente pasaría en algún momento) terminó recibiendo una paliza...

Se subió un vendedor, bajito pero macizo, quien luego de contar la fatídica historia que lo había llevado a la marginalidad, pasó de asiento en asiento entregando estampitas "a voluntad"...
Algunos pasajeros las tomaban y las devolvían, otros directamente no las agarraban, y sólo unos pocos le entregaban al vendedor algunas monedas de vuelta.

Y también estaba Carlitos, quien no hizo ninguna de las tres cosas... cuando el vendedor pasó a retirar la estampita que éste había agarrado,extendió su mano y como de costumbre, en vez de entregarle unas monedas, colocó sobre su mano dos sobrecitos de azúcar y lo miró a los ojos con una sonrisa intachable.

El vendedor lo mira anonadado, y exclama: "
¿Me estas jodiendo? ¿Me estas tomando el pelo, ¿no? ¡Y encima te reís! ¡hijo de puta!"

"No entiendo por qué se enoja, señor" - dijo Carlitos con una voz muy calma... y prosiguió:
"... usted pidió algo a voluntad por las estampitas, y yo le entregué algo que le va a servir"

- "¡Pero vos me estas tomando el pelo! ¿Que querés que me haga un tecito!? Estoy laburando yo, ¿entendés? ¡Y vos me das sobrecitos de azúcar!"

Carlitos tan solo sonreía... lo cual ofuscó tanto al vendedor, quien impulsivamente le propinó un consistente piñazo en la nariz...

La sangre chorreaba en la cara de Carlitos, pero su sonrisa se mantenía intacta.
Habían varios policías en el ómnibus, pero como venían de terminar su turno, no hicieron absolutamente nada. Así que fue el conductor, quien intercedió en la (unidireccional) trifulca, deteniendo el ómibus y pidiéndole a ambos que se bajaran. Carlitos se para, y amablemente le dice al vendedor:
"después de usted"... los demás pasajeros observan la escena anonadados. Carlitos antes de descender se para en el medio del pasillo, y de modo explicativo grita: "¡Yo tan solo quería cambiar el mundo!". Mientras descendía... se podian ver sobresalir de su saco decenas y decenas de sobrecitos de azúcar...

Carlitos terminó por tiempo indeterminado internado en un hospital psiquiátrico, con un diagnóstico de esquizofrenia.

Pero lo cierto es, que Carlitos no tenía ninguna patología mental grave... tan sólo cometió el error de muchos... tomar al pie de la letra los slogans publicitarios, internalizarlos y llevarlos a la vida cotidiana. Esta vez, había caído con el reclame de azúcar
"Azucarlito", el cual rezaba : "La dulzura puede cambiar el mundo"... El boludo se pensó que era de manera literal... pero no... repartiendo azúcar por la vida, digamos que no iba a cambiar demasiado.

Carlitos era un tipo sociable, así que luego de pocos meses de haber ingresado al hospital, ya se había hecho muchos amigos en la sala...

Entre ellos estaba Natalia, la cual fue derivada al psiquiátrico por su ginecólogo... pues utilizaba tampones "Ob" los 365 días del año.
"Es para sentirme tranquila", decía ella...

También estaba Martín, un flaco que fue internado luego de haber sido visto en varios boliches bailables quitándose la camisa, poniendose desodorante en todo el cuerpo y quedandose completamente inmóvil, en medio de la pista ,a la espera de que las señoritas cayeran a sus pies... dicen algunos que lo hacía también en la calle, solía desprenderse la camisa en el medio de la avenida, se embadurnaba todo en desodorante, y miraba al cielo, ansioso de que cayeran ángeles de cuerpo escultural del cielo...

En los grupos de ayuda que coordinaba el hospital, se les enseñaba a los pacientes a ejercitar el pensamiento abstracto, a no tomarse todo de manera literal... pero por sobre todas las cosas, siempre luego de cada sesión, todos repetían a coro la misma máxima:
"Apagar la televisión es salud"











Un mundo distraído -Nicholas Carr


BÁRBARA CELIS 29/01/2011
www.elpais.com


La tercera parte de la población mundial ya es 'internauta'. La revolución digital crece veloz. Uno de sus grandes pensadores, Nicholas Carr, da claves de su existencia en el libro 'Superficiales. ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?' El experto advierte de que se "está erosionando la capacidad de controlar nuestros pensamientos y de pensar de forma autónoma".

El correo electrónico parpadea con un mensaje inquietante: "Twitter te echa de menos. ¿No tienes curiosidad por saber las muchas cosas que te estás perdiendo? ¡Vuelve!". Ocurre cuando uno deja de entrar asiduamente en la red social: es una anomalía, no cumplir con la norma no escrita de ser un voraz consumidor de twitters hace saltar las alarmas de la empresa, que en su intento por parecer más y más humana, como la mayoría de las herramientas que pueblan nuestra vida digital, nos habla con una cercanía y una calidez que solo puede o enamorarte o indignarte. Nicholas Carr se ríe al escuchar la preocupación de la periodista ante la llegada de este mensaje a su buzón de correo. "Yo no he parado de recibirlos desde el día que suspendí mis cuentas en Facebook y Twitter. No me salí de estas redes sociales porque no me interesen. Al contrario, creo que son muy prácticas, incluso fascinantes, pero precisamente porque su esencia son los micromensajes lanzados sin pausa, su capacidad de distracción es enorme". Y esa distracción constante a la que nos somete nuestra existencia digital, y que según Carr es inherente a las nuevas tecnologías, es sobre la que este autor que fue director del Harvard Business Review y que escribe sobre tecnología desde hace casi dos décadas nos alerta en su tercer libro, Superficiales. ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? (Taurus).

Cuando Carr (1959) se percató, hace unos años, de que su capacidad de concentración había disminuido, de que leer artículos largos y libros se había convertido en una ardua tarea precisamente para alguien licenciado en Literatura que se había dejado mecer toda su vida por ella, comenzó a preguntarse si la causa no sería precisamente su entrega diaria a las multitareas digitales: pasar muchas horas frente a la computadora, saltando sin cesar de uno a otro programa, de una página de Internet a otra, mientras hablamos por Skype, contestamos a un correo electrónico y ponemos un link en Facebook. Su búsqueda de respuestas le llevó a escribir Superficiales... (antes publicó los polémicos El gran interruptor. El mundo en red, de Edison a Google y Las tecnologías de la información. ¿Son realmente una ventaja competitiva?), "una oda al tipo de pensamiento que encarna el libro y una llamada de atención respecto a lo que está en juego: el pensamiento lineal, profundo, que incita al pensamiento creativo y que no necesariamente tiene un fin utilitario. La multitarea, instigada por el uso de Internet, nos aleja de formas de pensamiento que requieren reflexión y contemplación, nos convierte en seres más eficientes procesando información pero menos capaces para profundizar en esa información y al hacerlo no solo nos deshumanizan un poco sino que nos uniformizan". Apoyándose en múltiples estudios científicos que avalan su teoría y remontándose a la célebre frase de Marshall McLuhan "el medio es el mensaje", Carr ahonda en cómo las tecnologías han ido transformando las formas de pensamiento de la sociedad: la creación de la cartografía, del reloj y la más definitiva, la imprenta. Ahora, más de quinientos años después, le ha llegado el turno al efecto Internet.

Pero no hay que equivocarse: Carr no defiende el conservadurismo cultural. Él mismo es un usuario compulsivo de la web y prueba de ello es que no puede evitar despertar a su ordenador durante una breve pausa en la entrevista. Descubierto in fraganti por la periodista, esboza una tímida sonrisa, "¡lo confieso, me has cazado!". Su oficina está en su residencia, una casa sobre las Montañas Rocosas, en las afueras de Boulder (Colorado), rodeada de pinares y silencio, con ciervos que atraviesan las sinuosas carreteras y la portentosa naturaleza estadounidense como principal acompañante.

PREGUNTA. Su libro ha levantado críticas entre periodistas como Nick Bilton, responsable del blog de tecnología Bits de The New York Times, quien defiende que es mucho más natural para el ser humano diversificar la atención que concentrarla en una sola cosa.

RESPUESTA. Más primitivo o más natural no significa mejor. Leer libros probablemente sea menos natural, pero ¿por qué va a ser peor? Hemos tenido que entrenarnos para conseguirlo, pero a cambio alcanzamos una valiosa capacidad de utilización de nuestra mente que no existía cuando teníamos que estar constantemente alerta ante el exterior muchos siglos atrás. Quizás no debamos volver a ese estado primitivo si eso nos hace perder formas de pensamiento más profundo.

P. Internet invita a moverse constantemente entre contenidos, pero precisamente por eso ofrece una cantidad de información inmensa. Hace apenas dos décadas hubiera sido impensable.

R. Es cierto y eso es muy valioso, pero Internet nos incita a buscar lo breve y lo rápido y nos aleja de la posibilidad de concentrarnos en una sola cosa. Lo que yo defiendo en mi libro es que las diferentes formas de tecnología incentivan diferentes formas de pensamiento y por diferentes razones Internet alienta la multitarea y fomenta muy poco la concentración. Cuando abres un libro te aíslas de todo porque no hay nada más que sus páginas. Cuando enciendes el ordenador te llegan mensajes por todas partes, es una máquina de interrupciones constantes.

P. ¿Pero, en última instancia, cómo utilizamos la web no es una elección personal?

R. Lo es y no lo es. Tú puedes elegir tus tiempos y formas de uso, pero la tecnología te incita a comportarte de una determinada manera. Si en tu trabajo tus colegas te envían treinta e-mails al día y tú decides no mirar el correo, tu carrera sufrirá. La tecnología, como ocurrió con el reloj o la cartografía, no es neutral, cambia las normas sociales e influye en nuestras elecciones.

P. En su libro habla de lo que perdemos y aunque mencione lo que ganamos apenas toca el tema de las redes sociales y cómo gracias a ellas tenemos una herramienta valiosísima para compartir información.

R. Es verdad, la capacidad de compartir se ha multiplicado aunque antes también lo hacíamos. Lo que ocurre con Internet es que la escala, a todos los niveles, se dispara. Y sin duda hay cosas muy positivas. La Red nos permite mostrar nuestras creaciones, compartir nuestros pensamientos, estar en contacto con los amigos y hasta nos ofrece oportunidades laborales. No hay que olvidar que la única razón por la que Internet y las nuevas tecnologías están teniendo tanto efecto en nuestra forma de pensar es porque son útiles, entretenidas y divertidas. Si no lo fueran no nos sentiríamos tan atraídos por ellas y no tendrían efecto sobre nuestra forma de pensar. En el fondo, nadie nos obliga a utilizarlas.

P. Sin embargo, a través de su libro usted parece sugerir que las nuevas tecnologías merman nuestra libertad como individuos...

R. La esencia de la libertad es poder escoger a qué quieres dedicarle tu atención. La tecnología está determinando esas elecciones y por lo tanto está erosionando la capacidad de controlar nuestros pensamientos y de pensar de forma autónoma. Google es una base de datos inmensa en la que voluntariamente introducimos información sobre nosotros y a cambio recibimos información cada vez más personalizada y adaptada a nuestros gustos y necesidades. Eso tiene ventajas para el consumidor. Pero todos los pasos que damos online se convierten en información para empresas y Gobiernos. Y la gran pregunta a la que tendremos que contestar en la próxima década es qué valor le damos a la privacidad y cuánta estamos dispuestos a ceder a cambio de comodidad y beneficios comerciales. Mi sensación es que a la gente le importa poco su privacidad, al menos esa parece ser la tendencia, y si continúa siendo así la gente asumirá y aceptará que siempre están siendo observados y dejándose empujar más y más aún hacia la sociedad de consumo en detrimento de beneficios menos mensurables que van unidos a la privacidad.

P. Entonces... ¿nos dirigimos hacia una sociedad tipo Gran Hermano?

R. Creo que nos encaminamos hacia una sociedad más parecida a lo que anticipó Huxley en Un mundo feliz que a lo que describió Orwell en 1984. Renunciaremos a nuestra privacidad y por tanto reduciremos nuestra libertad voluntaria y alegremente, con el fin de disfrutar plenamente de los placeres de la sociedad de consumo. No obstante, creo que la tensión entre la libertad que nos ofrece Internet y su utilización como herramienta de control nunca se va a resolver. Podemos hablar con libertad total, organizarnos, trabajar de forma colectiva, incluso crear grupos como Anonymous pero, al mismo tiempo, Gobiernos y corporaciones ganan más control sobre nosotros al seguir todos nuestros pasos online y al intentar influir en nuestras decisiones.

P. Wikipedia es un buen ejemplo de colaboración a gran escala impensable antes de Internet. Acaba de cumplir diez años...

R. Wikipedia encierra una contradicción muy clara que reproduce esa tensión inherente a Internet. Comenzó siendo una web completamente abierta pero con el tiempo, para ganar calidad, ha tenido que cerrarse un poco, se han creado jerarquías y formas de control. De ahí que una de sus lecciones sea que la libertad total no funciona demasiado bien. Aparte, no hay duda de su utilidad y creo que ha ganado en calidad y fiabilidad en los últimos años.

P. ¿Y qué opina de proyectos como Google Books? En su libro no parece muy optimista al respecto...

R. Las ventajas de disponer de todos los libros online son innegables. Pero mi preocupación es cómo la tecnología nos incita a leer esos libros. Es diferente el acceso que la forma de uso. Google piensa en función de snippets, pequeños fragmentos de información. No le interesa que permanezcamos horas en la misma página porque pierde toda esa información que le damos sobre nosotros cuando navegamos. Cuando vas a Google Books aparecen iconos y links sobre los que pinchar, el libro deja de serlo para convertirse en otra web. Creo que es ingenuo pensar que los libros no van a cambiar en sus versiones digitales. Ya lo estamos viendo con la aparición de vídeos y otros tipos de media en las propias páginas de Google Books. Y eso ejercerá presión también sobre los escritores. Ya les ocurre a los periodistas con los titulares de las informaciones, sus noticias tienen que ser buscables, atractivas. Internet ha influido en su forma de titular y también podría cambiar la forma de escribir de los escritores. Yo creo que aún no somos conscientes de todos los cambios que van a ocurrir cuando realmente el libro electrónico sustituya al libro.

P. ¿Cuánto falta para eso?

R. Creo que tardará entre cinco y diez años.

P. Pero aparatos como el Kindle permiten leer muy a gusto y sin distracciones...

R. Es cierto, pero sabemos que en el mundo de las nuevas tecnologías los fabricantes compiten entre ellos y siempre aspiran a ofrecer más que el otro, así que no creo que tarden mucho en hacerlos más y más sofisticados, y por tanto con mayores distracciones.

P. El economista Max Otte afirma que pese a la cantidad de información disponible, estamos más desinformados que nunca y eso está contribuyendo a acercarnos a una forma de neofeudalismo que está destruyendo las clases medias. ¿Está de acuerdo?

R. Hasta cierto punto, sí. Cuando observas cómo el mundo del software ha afectado a la creación de empleo y a la distribución de la riqueza, sin duda las clases medias están sufriendo y la concentración de la riqueza en pocas manos se está acentuando. Es un tema que toqué en mi libro El gran interruptor. El crecimiento que experimentó la clase media tras la II Guerra Mundial se está revirtiendo claramente.

P. Internet también ha creado un nuevo fenómeno, el de las microcelebridades. Todos podemos hacer publicidad de nosotros mismos y hay quien lo persigue con ahínco. ¿Qué le parece esa nueva obsesión por el yo instigado por las nuevas tecnologías?

R. Siempre nos hemos preocupado de la mirada del otro, pero cuando te conviertes en una creación mediática -porque lo que construimos a través de nuestra persona pública es un personaje-, cada vez pensamos más como actores que interpretan un papel frente a una audiencia y encapsulamos emociones en pequeños mensajes. ¿Estamos perdiendo por ello riqueza emocional e intelectual? No lo sé. Me da miedo que poco a poco nos vayamos haciendo más y más uniformes y perdamos rasgos distintivos de nuestras personalidades.

P. ¿Hay alguna receta para salvarnos'?

R. Mi interés como escritor es describir un fenómeno complejo, no hacer libros de autoayuda. En mi opinión, nos estamos dirigiendo hacia un ideal muy utilitario, donde lo importante es lo eficiente que uno es procesando información y donde deja de apreciarse el pensamiento contemplativo, abierto, que no necesariamente tiene un fin práctico y que, sin embargo, estimula la creatividad. La ciencia habla claro en ese sentido: la habilidad de concentrarse en una sola cosa es clave en la memoria a largo plazo, en el pensamiento crítico y conceptual, y en muchas formas de creatividad. Incluso las emociones y la empatía precisan de tiempo para ser procesadas. Si no invertimos ese tiempo, nos deshumanizamos cada vez más. Yo simplemente me limito a alertar sobre la dirección que estamos tomando y sobre lo que estamos sacrificando al sumergirnos en el mundo digital. Un primer paso para escapar es ser conscientes de ello. Como individuos, quizás aún estemos a tiempo, pero como sociedad creo que no hay marcha atrás.




DESENCHÚFATE!!

<b>DESENCHÚFATE!!</b>
(Fotografía:El mejillón suicida)