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lunes, 29 de mayo de 2017

¿El Estado de Bienestar es insostenible porque "resulta imposible mantenerlo"?

¿El Estado de Bienestar es insostenible porque "resulta imposible mantenerlo"?Juan Torres López 

28/05/2017

(http://www.eldiario.es/zonacritica/Bienestar-insostenible-resulta-imposible-mantenerlo_6_647845230.html)

*Cada euro de gasto que realiza el Estado en sanidad, educación, pensiones..., o en cualquier otro concepto, se convierte en un euro de ingreso del sector privado*Sexto artículo de la serie 'Desvelando mentiras, mitos y medias verdades económicas'


Las palabras que encabezan este artículo son textuales. Las dijo en abril de 2009 el ex presidente José María Aznar (Aznar cree insostenible el actual Estado del bienestar) y las ha vuelto a repetir en nuevas ocasiones, más o menos de la misma forma que los demás responsables de las políticas económicas que se han aplicado en los últimos años. Y, como ha ocurrido con otros mitos y mentiras, a fuerza de repetirse se ha conseguido que la gente termine creyéndose esa idea y que acepte las medidas que recortan sus derechos y los bienes públicos a los que venía accediendo. Pero ¿qué hay de verdad en esa afirmación? ¿Es cierto que los gastos públicos destinados a garantizar bienestar social son tan elevados y necesitan una financiación tan exagerada que resulta "imposible mantenerlos"?

A mi juicio, tanto si contemplamos el caso español como el de otros países avanzados, se puede concluir fácilmente que lo que dicen Aznar y otros políticos o economistas de su misma orientación es el resultado de sus preferencias ideológicas y contrario a la realidad que muestran los números.


En primer lugar, habría que explicar por qué en otros países se puede mantener sin demasiados problemas un porcentaje de gasto social sobre el PIB más elevado que el español y en nuestro país no. Es más, lo que habría que considerar es que nuestro gasto social más reducido es una rémora a la hora de generar más ingresos y actividad económica. Es decir, que conviene ponerlo a la altura de los demás, en lugar de reducirlo, si queremos que nuestra economía funcione mejor.

Increíblemente, los economistas y políticos neoliberales que atacan el gasto social y al Estado de Bienestar lo hacen considerando que es un gasto perdido, una especie de dispendio que se desperdicia en la propia barriga del Estado y que, por tanto, no tiene utilidad ninguna. Digo que resulta increíble que se diga eso porque resulta obvio que cada euro de gasto que realiza el Estado en sanidad, educación, pensiones..., o en cualquier otro concepto, se convierte (más o menos inmediatamente y en mayor o menor proporción) en un euro de ingreso del sector privado. El gasto público lo reciben empleados públicos que se lo gastan en consumo de bienes y servicios, o empresas que igualmente lo incorporan a la actividad económica invirtiendo y gastando a su vez, o rentistas que adquieran deuda pública (otra cosa es, como señalaré después que se tenga que gastar en intereses o que salga de nuestra economía).

Yo no defiendo que el Estado gaste por gastar, sino que se evalúe con el máximo rigor la conveniencia social del gasto público y su forma de realizarse. Pero eso es una cosa y otra creer a los economistas liberales cuando, para rechazar al Estado por preferencias ideológicas, se inventan el mito de que el gasto público no ayuda a la economía privada o a la actividad económica en general.

La realidad es que el gasto social y público en general tiene dos grandes ventajas. La primera, que cuando se realiza puede generar un incremento final en la renta mucho mayor. Es lo que los economistas llamamos el "efecto multiplicador" del gasto público (parecido al que tienen la inversión o las exportaciones) y que algunos economistas anarquista-liberales incluso se empeñan en negar con tal de justificar sus preferencias ideológicas. Es cierto que puede ser mayor o menor, o incluso anularse en determinadas circunstancias, pero, como las meigas, haberlo, háylo. Como explico en mi libro Economía para no dejarse engañar por los economistas, organismos tan conservadores como el Fondo Monetario Internacional no solo confirman su existencia, sino que han tenido que reconocer que es más grande de lo que se creía. El gasto público no llena la barriga del Estado, sino el bolsillo del sector privado, como saben muy bien los grandes promotores, constructores y banqueros españoles, sobre todo, pero también la inmensa mayoría de los empresarios que pueden vender sus productos gracias a que hay quienes reciben ingresos, por una vía u otra, del Estado.

La segunda gran ventaja del gasto social (y público en general) es que se puede financiar sin coste alguno por el banco central puesto que el dinero que presta se crea de la nada. Es evidente que eso hay que hacerlo garantizando siempre que la demanda que se crea tenga oferta suficiente para que no suban los precios, pero significa que el gasto social puede utilizarse sin problemas para activar la economía cuando el sector privado no consigue hacerlo.

Y esta ventaja del gasto social lleva directamente a descubrir otra de las grandes mentiras de los políticos y economistas neoliberales sobre su sostenibilidad. La que afirma que es el causante de los déficits y de la abultada deuda pública.

La oficina de estadística europea Eurostat acaba de publicar los últimos datos de deuda pública e intereses de España y del resto de países europeos y son bastante claros al respecto.

De 1995 a 2016, la deuda pública española ha aumentado en 811.349 millones de dólares (de 295.604 millones a 1,106 billones de euros) y en ese periodo España ha pagado 509.730 millones de euros en intereses. Es decir, que 62 de cada 100 euros del incremento que ha tenido la deuda pública española corresponden a intereses. Dicho de otra manera, eso significa que si nuestra deuda pública es tan elevada no es porque el gasto social o el público en general hayan sido muy grandes sino porque se renunció a que lo financiara el banco central, que puede hacerlo sin intereses. Es fácil deducir que si eso hubiera ocurrido, si el Estado español hubiera sido financiado en las mismas condiciones en que el Banco Central Europeo financia actualmente a la banca privada, la deuda pública española no sería superior al 100% del PIB sino que ni siquiera pasaría de la mitad.

Los economistas y políticos liberales enseguida me replicarían diciendo que estoy pidiendo que el banco central financie sin límite al Estado para que derroche. Pero no es eso lo que estoy planteando: he afirmado que soy partidario de que el gasto público sea eficiente y lo más austero posible, no ilimitado, y que se realice sin despilfarro y sin corrupción. Y lo cierto es que la deuda pública y, por tanto, el gasto público serían mucho más bajos si el banco central financiara correctamente a los Estados. Por el contrario, es la política neoliberal que concede a la banca privada el beneficio de financiar con dinero que crea de la nada y que genera artificialmente escasez de ingresos lo que aumenta la deuda, como mostré en mi anterior artículo ¿Quiénes son los adictos a la deuda?, publicado en este mismo diario.

Otra falsedad sobre el Estado de Bienestar consiste en afirmar que se benefician unos de él y lo pagan otros, de modo que genera un efecto de inequidad que, entre otras cosas, limita la libertad individual.

Dejaré a un lado el debate sobre la redistribución de ingresos que efectivamente genera el gasto social porque es una cuestión moral y sobre la que solo caben decisiones políticas que dependen de nuestras preferencias y no del análisis económico.

Pero sí hay que subrayar que se ha podido demostrar que los beneficiarios de los gastos del Estado de Bienestar contribuyen mediante sus impuestos a financiarlo incluso en mayor medida de lo que reciben. Los investigadores Anwar Shaikh y Ahmet Tonak han comprobado, para varios periodos de la economía estadounidense y de otros países, que el valor neto de las transferencias (es decir, el que queda una vez que se deducen los impuestos que pagan sus beneficiarios) ha sido negativo durante la mayoría de los años que han estudiado.

Finalmente, la mentira que hay detrás de los argumentos de Aznar y demás políticos neoliberales se demuestra si tomamos en cuenta los recursos con que se podría disponer para financiar el Estado de Bienestar. Valga un sencillo razonamiento.

El gasto que realizan anualmente todos los gobiernos del planeta es de unos 20 billones de dólares anuales.

Según el Banco de Pagos Internacionales, el volumen total de transacciones financieras en todo el mundo fue de unos 9.765 billones de dólares en 2015 (estoy hablando de millones de millones).

Por tanto, todo el gasto público mundial (no solo el destinado al bienestar) se podría financiar haciendo desaparecer TODOS  LOS IMPUESTOS QUE SE PAGAN EN EL MUNDO (este es el momento en que los economistas liberales deberían levantarse al unísono para hacer la ola a los economistas que hacemos esta propuesta) y estableciendo solo y simplemente una minúscula tasa de 20 céntimos por cada 100 dólares de transacción financiera. Ni un impuesto más.

Sé que el ejemplo es algo burdo porque me consta que las transacciones son complejas y que una medida de esta naturaleza requeriría medios y voluntad política hoy día inexistentes. Pero sirve para lo esencial, esto es, para demostrar que el problema básico al que se enfrenta el mantenimiento, no solo del Estado de Bienestar existente sino el de uno muchísimo más avanzado, no es la falta de recursos. Como también podría llegarse a la misma conclusión sobre la financiación del Estado de Bienestar en España: se podría financiar sin dificultad simplemente logrando que todos españoles y todas las empresas contribuyeran al fisco tal y como se establece en la Constitución española, de acuerdo con su capacidad económica y bajo los principios de igualdad y progresividad.

No hay falta de recursos, hay miseria de voluntades y una ideología anarco-capitalista con suficiente poder imponerse a base de mitos y falsedades.


(ver también: http://www.eldiario.es/temas/desvelando_mentiras_mitos_y_medias_verdades_economicas/)

lunes, 1 de mayo de 2017

El trabajador y su sombra, por Eduardo Sanguinetti

El trabajador y su sombra

por Eduardo Sanguinetti

(http://www.republica.com.uy/sombra/608412/)

El 1º de mayo de 1886 200.000 trabajadores estadounidenses iniciaron una huelga reclamando que la duración legal de la jornada de trabajo fuera de 8 horas. A finales de 1886 las patronales accedieron a otorgar la jornada de 8 horas de trabajo a centenares de miles de trabajadores, marcando este hecho un punto de inflexión en el movimiento obrero mundial.
Bien, en este caso de celebraciones sin sentido vital, hoy, la realidad duerme sobre la mentira, es un espectro en este mundo de gobernantes estafadores que se acuestan con las multinacionales, que todo lo manipulan… gobiernos y corporacionistas que van tras el lucro y la explotación de los trabajadores, que celebran su día, con hambre y en estado de indigencia, insatisfacción y humillación.
En la actualidad la mayoría de las naciones del mundo conmemoran el día 1º de Mayo como el Día Internacional de los Trabajadores, salvo los países de colonización británica concreta, que lo celebran en otra fecha, para evitar movilizaciones radicales y socialistas, que causen disturbios en tan magna celebración, pues no hay nada que celebrar, salvo que todo sigue igual o peor.
Hoy, ante el triunfo del neoliberalismo genocida en todas las naciones, con su tendencia de ir tras las ganancias de activos incorpóreos junto al poder concentrado en manos de pocos que provocan confrontaciones entre pueblos… la satisfacción de los trabajadores no es una preocupación para las empresas, ni para los gobiernos… jamás lo ha sido en la historia, basta remitirse al origen, pues el trabajo fue considerado a lo largo de siglos una actividad despreciable, que con el capitalismo y la división del trabajo suma degradación en calidad de ser, con dolor, sufrimiento y humillación a quien lo ejerce.
Un informe publicado por Gallup en 2013, revela que sólo el 13% de los trabajadores se sienten atraídos por sus empleos. Dicho de otro modo, el trabajo es más una fuente de frustración para el 90% de los trabajadores del mundo.
Me pregunto qué sentido tiene hoy la celebración del 1º de Mayo si en espacio y tiempo, se plantea una situación similar a la planteada hace un siglo y medio, salvo que en aquel entonces se podía aspirar a superar los conflictos con una revolución.
Es imposible dar espacio a una mentalidad revolucionaria hoy erradicada del sentir y pensar de los pueblos, que viven en estado de anestesia y resignación el espectáculo insano que propone y ejecuta el neoliberalismo. Simulación de un simulacro, en un espacio de libertad condicional que tiene como marco de ¿legalidad? el creer existir en una democracia procedimental.
La democracia procedimental carece de todo contenido ético y no le interesa la defensa de ningún valor, salvo la coherencia con las normas del sistema de poder: la democracia reducida a una maquinaria de contenido procesal. Nos convierte en sociedades anónimas.
Un totalitarismo subliminal ha sentado reales en el mundo, devenido en la puesta en acto de conductas socioculturales y políticas compactas, con la inestimable ayuda de las “tecnologías de punta”, que penetran la epidermis del tejido social, degradándolo y convirtiéndolo en un objeto del destino con la valiosa complicidad de las fuerzas vivas del capitalismo empresario, la Iglesia, las Fuerzas Armadas y los partidos políticos, en el crepúsculo de sus funciones de ser legítimos representantes de los pueblos.
El “estado de las cosas” queda resumido magníficamente en esta expresión lanzada por el expresidente José Mujica, al diario El País de Madrid en inicios de 2014: “Los presidentes somos juguetes del poder financiero global”.
Ante esta frase, ¿qué nos queda por hacer? me pregunto, pues nada más sepultado que el sentido popular que desde el subsuelo, donde palpita, puede brotar algún día en un preciso momento, en el instante decisivo, fundar el día del hombre trabajador, digno y libre. Por ahora un deseo y una desesperación, de millones de trabajadores sin trabajo, infancias hambreadas y de pies desnudos.
Dentro de la bestial política latinoamericana se encierran cinco siglos de tragedia y desventura, cual siniestro karma… de un siglo a otro, y de forma inalterable, perseveró la misma consigna de dolor y fracaso para el trabajador.
La conquista española le pasó la posta a la colonia y esta al feudalismo criollo, que perdura a pesar del discurso cómplice de quienes dicen gobernar en nombre de la igualdad y libertad, de la fraternidad y la verdad: estafadores y ladrones de la vida de los pueblos, quienes se manifiestan alegremente, pactando bajo la luz de neón con los eternos enemigos de Latinoamérica y sus habitantes. El feudalismo nativo pactó su comodato con los imperios del norte, en plena vigencia de eliminar civilizaciones milenarias.
Las ciencias políticas importadas de los bunkers de la comedia imperialista neoliberal son cada vez más sutiles cuando teorizan sobre el genocidio de pueblos, sometidos a fuego de artillería, que como paisaje natural soportan el delirio de psicópatas, con anuencia de todos los gobiernos latinoamericanos, tan silenciosos en el momento de denunciar a viva voz el asesinato de cientos de miles de civiles en Siria, por naciones europeas y EEUU.
La especulativa y destartalada teoría de lograr llegar a que los trabajadores conquisten sus derechos, en transformación gradual, es una patraña infecta, causa primera y única de nuestra constante frustración de no haber logrado alcanzar la unidad de nuestra Latinoamérica, tan fragmentada y balcanizada.
Todo cambio de estado, de búsqueda de libertad y de igualdad en los habitantes de un territorio, no se gana sin una revolución real y concreta, basta remitirse a la historia de naciones como Inglaterra, Francia, Estados Unidos, basta de engaños, pues sobre una economía feudal no pueden prosperar ni funcionar instituciones democráticas.
En este 1º de mayo, meditemos que nunca se debe considerar el patriotismo con criterios de torpe exclusivismo. Es un deber irrenunciable defender con energía lo que constituirá una personalidad nacional a nivel continental e imprimirá carácter a la tan proclamada Patria Grande. Un horizonte a alcanzar, hoy demasiado lejano, que ocupará en caso de cristalizarse, un sitial de honor en la Historia del Hombre.

viernes, 3 de febrero de 2017

Gobierno de izquierda triunfa en Europa, pero hay silencio

Gobierno de izquierda triunfa en Europa, pero hay silencio

Emir Sader | Alainet | 31/01/2017

Por increíble que parezca, hay un gobierno de izquierda en Europa, antineoliberal, que marcha bien. Por increíble que parezca, porque parece que el clima no daría para eso. Syriza no ha logrado enfrentar la austeridad de la Unión Europea. El Psoe se ha negado a una alianza con Podemos, que habría llevado a un gobierno como el de Portugal. Y los portugueses que escriben artículos sobre tantos temas, no ayudan para nada a difundir el gobierno de Portugal, un gobierno de izquierda que triunfa. Una actitud cobarde de sumarse al silencio de los grandes medios internacionales en contra del gobierno portugués, que une a toda la izquierda del país.

Cuando el gobierno de derecha, aun quedando en primer lugar, no logró, hace un año y medio, mayoría suficiente para gobernar, surgió la propuesta de un gobierno de toda la izquierda, que reuniera a toda a la izquierda:  al Partido Socialista, al Frente de Izquierda y al Partido Comunista, que sumados tendrían mayoría para gobernar. Tuvieran que llegar a un acuerdo entre ellos, con concesiones mutuas. El Partido Socialista tuvo que abandonar su propuesta de flexibilización de las relaciones laborales, así como la de privatización del sistema de transportes, pero sobre todo abandonar las políticas de austeridad que promueven una devastación social en toda Europa. Los otros grupos de izquierda no participan directamente del gobierno, pero lo apoyan, a partir de un documento que define el fin de la política de austeridad a cambio de la retirada de la posición de salida de la Unión Europea.

Al inicio había un cierto escepticismo sobre la viabilidad de ese tipo de gobierno, en medio de acusaciones terroristas de la derecha, según las cuales el país iría a la quiebra.  Casi un año y medio después, el gobierno del socialista de Antonio Costa va muy bien, es más popular que nunca y con resultados económicos y sociales muy positivos, confirmando que la vía de la izquierda contemporánea es la de la unidad en la lucha por la superación del modelo neoliberal.

Los sueldos de los servidores públicos fueron recuperados, su jornada de trabajo fue reducida de 40 a 35 horas, el sueldo vital fue elevado en términos reales, al igual que las remuneraciones de los retirados. Al mismo tiempo que se respetan los criterios sobre los déficits presupuestarios, dado que ese déficit bajó al 2,3% del Producto Bruto Interno, la cifra más baja de la historia democrática de Portugal. Todo ello acompañado de la recuperación del crecimiento económico y la disminución del desempleo del 12,3% al 10,5%.

“Nuestro principal objetivo era frenar el programa de la derecha y lo logramos”, dice la joven dirigente del Frente de Izquierdas, Catarina Martins, líder de la bancada de ese partido en el Congreso. “Nosotros hemos contribuido para impulsar un conjunto de medidas que van en la dirección de una más grande justicia social”, ha declarado Jerónimo de Sousa, dirigente del Partido Comunista de Portugal. Era necesario encontrar “respuestas a los problemas urgentes de salarios, retiro de los trabajadores y de funcionamiento del sistema de salud”, agrega. “El acuerdo que logramos fue el mejor posible con los 10% de votos que tenemos”, comenta Catarina.

Ese esquema es el que casi fue aprobado en España, por la alianza del Psoe con Podemos, pero fue bombardeado por los sectores conservadores del socialismo español. Portugal demuestra que es una vía posible: al igual que los gobiernos progresistas de América Latina, organizar un gobierno centrado en la lucha por la superación del modelo neoliberal. España mira con esperanzas a Portugal, pero también Francia, donde un candidato de izquierda triunfó en las primarios del Partido Socialista y propone un frente al otro candidato socialista –Mélenchon– y al candidato verde.

¿Pero por qué un gobierno de izquierda que triunfa no es difundido por las fuerzas de izquierda y por los intelectuales portugueses y otros que a menudo escriben sobre Portugal para destacar los reveses y las dificultades de la izquierda? Colaboran así para sabotear a ese gobierno, dejándolo en la sombra. Parece que es gente a quien solo le gusta destacar los errores y los problemas de la izquierda, pero que no está dispuesta a difundir y a reconocer los avances de la izquierda. A pesar de todo, el gobierno de unidad de la izquierda en Portugal avanza y tiende a volverse una referencia para la izquierda de los otros países de Europa.

– Emir Sader, sociólogo y científico político brasileño, es coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad Estadual de Rio de Janeiro (UERJ).


(https://iniciativadebate.org/2017/02/03/gobierno-izquierda-triunfa-europa-silencio/)

DESENCHÚFATE!!

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(Fotografía:El mejillón suicida)