Patrick Cockburn
CounterPunch
Traducido para Rebelión por Loles Oliván
Irán ha sido denunciado en Washington como la fuente de donde procede buena parte del mal en Oriente Próximo. Arabia Saudí y sus aliados suníes ven la mano de Teherán en las protestas de Bahréin y en las de la Provincia Oriental rica en petróleo de Arabia Saudí. Ante la salida de las últimas fuerzas estadounidenses de Iraq a finales de año se están produciendo nefastas advertencias al respecto de que Iraq se está convirtiendo en un peón de Irán.
Esta demonización de Irán parece a veces preparar el terreno para un ataque militar de Estados Unidos e Israel a Irán. La propaganda acumulada es muy similar a la dirigida contra el Iraq de Sadam Husein en 2002. En ambos casos, un Estado aislado con recursos limitados se presenta como un peligro real para la región y para el mundo. Se da crédito oficial a teorías de la conspiración, poco probables y a veces cómicas, como el supuesto complot de un concesionario de automóviles usados iraní-estadounidense en Texas en equipo con la Guardia Revolucionaria iraní para asesinar al embajador saudí en Washington. El programa nuclear de Irán se identifica como una amenaza en la misma medida y del mismo modo que las inexistentes armas de destrucción masiva de Sadam Husein.
Por ello, resultó un golpe duro que el distinguido abogado egipcio-estadounidense Cherif Bassiuni, quien dirigió la Comisión de Investigación Independiente de Bahréin sobre los disturbios de este año, afirmara rotundamente en sus 500 páginas del informe la semana pasada que no hay pruebas de la participación iraní en los acontecimientos de Bahréin. Esa había sido la convicción esencial de la familia real de Bahréin y de los monarcas del Golfo. El temor a una intervención armada iraní fue la justificación para que Bahréin solicitara una contundente fuerza militar de 1.500 miembros dirigida por Arabia Saudí el 14 de marzo de este año antes de sacar a los manifestantes de las calles. Bahréin contó incluso con buques de guerra kuwaitíes para patrullar las costas de la isla en el caso de que Irán tratara de entregar armas a los manifestantes chiíes partidarios de la democracia.
Sin duda, los reyes y emires del Golfo se creen de verdad sus propias teorías de la conspiración. Muchos de los torturados durante la brutal represión de Bahréin han dado pruebas desde entonces de que sus torturadores en repetidas ocasiones les preguntaron sobre sus vínculos con Irán. Pacientes hospitalarios de mediana edad fueron obligados a firmar confesiones en las que admitían ser miembros de un complot revolucionario iraní. Después de aceptar el informe Bassiuni, el rey Hamad bin Isa al-Jalifa dijo que, aunque su gobierno no podía presentar pruebas claras, el papel de Teherán se hizo evidente para “todo el que tenga ojos y oídos”.
La misma paranoia sobre Irán se encuentra profundamente entre los suníes de Oriente Próximo. Un disidente de Bahréin que huyó a Qatar a principios de este año, me dijo que “la gente en Qatar me preguntaba si había un túnel que conduce desde la plaza de la Perla [el punto de reunión de los manifestantes] a Irán. Lo decían solo medio en broma”.
La identificación del activismo político chií con Irán ha calado demasiado profundo en la mente de los suníes como para borrarla. La semana pasada presencié un resurgimiento de las protestas entre los dos millones de chiíes de Arabia Saudí, en su mayoría en la Provincia Oriental. Los disturbios comenzaron cuando un hombre de 19 años, llamado Nasser al-Mheishi, fue asesinado en uno de los muchos puestos de control en Qatif, de acuerdo con Hamza al-Hassan, un activista de la oposición. Él dice que lo que alimentó la ira popular fue la negativa de las autoridades durante varias horas a permitir que su familia se llevara el cadáver. Al igual que en el pasado, el Ministerio del Interior saudí dijo que los enfrentamientos entre la policía y los manifestantes fueron “ordenados por patrones extranjeros”, que es siempre la forma en que el Estado saudí se refiere a Irán.
La oposición dice que los comentarios en Twitter y en Internet de saudíes no chiíes muestran que la política del gobierno de culpar de todo a Irán puede que ya no convenza tanto como antes. “Estamos al borde de un estallido” comentaba una mujer de forma gráfica.
Las protestas en la Provincia Oriental probablemente se intensificarán. Como en otros lugares del mundo árabe, la juventud ya no obedece a los líderes tradicionales. El monarca saudí y el bahreiní podrán culpar a la televisión iraní de inflamar la situación pero lo que realmente enciende la ira chií es lo que ven en YouTube o lo que leen en Twitter y en Internet. Lo que influye en los manifestantes no es tanto Irán como el ejemplo de jóvenes manifestantes similares a ellos que exigen derechos políticos y civiles en El Cairo y Siria.
En el año del Despertar Árabe, el medio tradicional saudí de conseguir que los notables locales calmen las cosas ya no funciona. La semana pasada, aquellos se quejaron ante el gobernador de la Provincia Oriental, el príncipe Mohammad bin Fahd, (quien les había pedido que asistieran a una reunión en la capital provincial, Dammam) de que ya no podían convencer a su gente de que pusieran fin a las protestas porque sus llamadas a la moderación a comienzos de año no habían producido ninguna concesión del gobierno saudí con respecto a la discriminación contra los chiíes. Los prisioneros chiíes detenidos sin juicio desde 1996 no han sido liberados.
En Arabia Saudí y Bahréin la creencia de que la mano oculta de Irán está detrás de las protestas ha conducido a ambos gobiernos a cometer un grave error. Han llegado a creerse que se enfrentan a una amenaza revolucionaria, cuando los chiíes de Bahréin y los saudíes se conformarían con una participación equitativa en los empleos, con cargos oficiales y negocios. Los chiíes quieren unirse al club, no volarlo por los aires. Negándose a ver esto, los monarcas saudí y bahreiní desestabilizan sus propios Estados.
Irán nunca ha sido tan fuerte como sus enemigos lo representan o como le gustaría ser. En muchos sentidos, la satanización de los dirigentes de Irán como una amenaza para la región cumple con la ambición de Irán de presentarse como una potencia regional.
En la práctica, su retórica sedienta de sangre siempre se ha combinado con una política exterior cautelosa y cuidadosamente calculada.
El presidente George W. Bush y Tony Blair siempre se refirieron a Irán como si tuviera el objetivo de desestabilizar al gobierno iraquí. Una estupidez, porque Teherán estuvo encantado de ver el final de su antiguo enemigo Sadam Husein y su reemplazo por un gobierno electo iraquí dominado por partidos religiosos chiíes. El ministro de Exteriores iraquí, Hoshyar Zebari, solía decir que era divertido, en las conferencias donde estaban representados tanto Estados Unidos como Irán, ver a estadounidenses e iraníes denunciándose con furia unos a otros por sus nefastas acciones en Iraq, y luego hacer discursos de apoyo al gobierno iraquí muy similares.
¿Se moverán ahora los iraníes a llenar el vacío dejado por la salida de tropas estadounidenses? Ciertamente, la importancia de Estados Unidos en Iraq caerá porque sus soldados se habrán ido y porque ya está gastando menos dinero en el país. En un momento dado, por ejemplo, la financiación de la mujabarat iraquí [policía secreta] no figuraba en el presupuesto iraquí porque la pagaba en su totalidad la CIA.
Considerar que el dominio de Irán sobre Iraq es inevitable resulta ingenuo: hay demasiados actores poderosos, como Turquía y Arabia Saudí. Los chiíes de Iraq difieren marcadamente en tradición y en creencias con respecto de sus correligionarios iraníes. Y los kurdos y los suníes se opondrán. Si Irán extiende demasiado su mano, como hizo Estados Unidos después de 2003, se convertirá en el blanco de una horda de enemigos diferenciados.
En Bahréin, Arabia Saudí e Iraq el papel de Irán como provocador de los disturbios se ha inventado o se ha exagerado. Sin embargo la misión de tratar a pacíficos manifestantes como revolucionarios que actúan en nombre de Irán se ha cumplido. La próxima vez, puede que los reformistas frustrados busquen ayuda exterior.
Fuente: http://www.counterpunch.org/2011/11/28/the-demonization-of-iran/
desde:http://rebelion.org/noticia.php?id=140355
2)Mentiras y verdades sobre Siria
-GUERRA MEDIÁTICA-
por Thierry Meyssan
Hace 8 meses que los dirigentes occidentales y ciertos medios públicos de difusión vienen haciendo campaña a favor de una guerra contra Siria. Las acusaciones extremadamente graves que vienen lanzando contra Bachar el-Assad intimidan a quienes se preguntan si sería justo o no desencadenar une nueva intervención militar. Pero, ¿intimidan a todos? No. Con el respaldo de la Red Voltaire, algunos han venido a verificar los hechos sobre el terreno y han podido comprobar la verdadera envergadura de la propaganda de la OTAN. Thierry Meyssan hace un balance del estado de la guerra mediática.
En 1999, durante la guerra de Kosovo, la Red Voltaire expresó su indignación sobre el hecho que Francia participara en la guerra junto a la OTAN sin que se realizara un voto al respecto en la Asamblea Nacional y con la silenciosa complicidad de los presidentes de los grupos parlamentarios. Señalamos entonces que la negativa del presidente de la República y del primer ministro a organizar un verdadero debate permitía presagiar la opacidad que rodearía la conducción de la guerra.
También tomamos entonces la iniciativa de publicar un boletín cotidiano sobre el conflicto. La OTAN destruyó de inmediato los sitios web del gobierno serbio impidiéndonos así tener acceso a la versión serbia sobre los hechos. Para remediar esa carencia nos suscribimos a las agencias de prensa de la región (las de Croacia, Bosnia, Grecia, Chipre, Turquía, Hungría, etc.).
Durante todo el conflicto ofrecimos un resumen diario de la conferencia de prensa que ofrecía la OTAN en Bruselas y también un resumen de los testimonios de los periodistas de países vecinos; países que, habían tenido a veces graves diferencias con Serbia, pero cuyos gobiernos narraban los hechos de la misma manera. A medida que iba pasando el tiempo, la versión de la OTAN y la de los periodistas locales fueron separándose, hasta que llegó el momento en que ya no tenían nada en común.
Al final eran ya dos historias radicalmente diferentes. No teníamos cómo saber quién mentía o si una de las dos partes estaba diciendo la verdad. Nuestros lectores tenían la impresión de estar volviéndose esquizofrénicos, sobre todo si se tiene en cuenta que los medios de prensa de Europa occidental sólo repetían la versión de la OTAN y que, por lo tanto, nuestros lectores sólo tenían dos versiones paralelas cuando nos leían a nosotros.
Proseguimos esa línea de trabajo a lo largo de los 3 meses de duración de los combates. Cuando por fin cesó el tronar de las armas, los colegas y amigos que pudieron entonces viajar a los lugares de los hechos comprobaron con estupor que no hubo «propaganda de ambas partas».
No, la versión de la OTAN era enteramente falsa mientras que la de los periodistas locales era enteramente real. Durante los siguientes meses informes parlamentarios de varios países miembros de la OTAN permitieron comprobar los hechos. Varios libros fueron publicados sobre el método concebido por el consejero de prensa de Tony Blair, método que permitió a la OTAN manipular a toda la prensa occidental y que se conoce como «story telling».
Se puede intoxicar a todos los periodistas occidentales y esconderles los hechos si se les cuenta un cuento de niños, a condición de no interrumpir jamás la narración, de cargarla con referencias capaces de despertar lejanas reminiscencias y de mantener su coherencia.
No tuve entonces el reflejo de irme rápidamente a Serbia antes de que estallara la guerra y ya no pude hacerlo cuando comenzó el tronar de las armas. Pero en este momento, amigo lector, me encuentro en Siria, donde he tenido tiempo de investigar como es debido y desde allí escribo este artículo. Es por lo tanto con conocimiento de causa que afirmo aquí que la máquina de propaganda de la OTAN se ha puesto nuevamente en marcha en el caso de Siria, como anteriormente sucedió en Serbia.
La OTAN está contando una historia que no tiene nada que ver con la realidad y lo hace con ánimo de justificar una «intervención militar humanitaria», al estilo del oxímoron blairiano. Y ahí termina el paralelismo: Slobodan Milosevic era un criminal de guerra que nos presentaron como un autor de crímenes contra la humanidad para justificar el desmembramiento de su país; Bachar el-Assad es un combatiente de la resistencia antiimperialista y antisionista que apoyó al Hezbollah cuando el Líbano fue agredido y que además respalda al Hamas y a la Yihad islámica en su lucha por la liberación de la patria palestina.
Cuatro mentiras de la OTAN
1. Según la OTAN y sus aliados del Golfo, masivas manifestaciones vienen desarrollándose en Siria desde hace 8 meses en demanda de más libertades y del retiro del presidente Bachar el-Assad.
Falso. Sólo en algunas ciudades, y al llamado de predicadores sauditas y egipcios a través de Al-Jazzera, se produjeron algunas manifestaciones contra el presidente Bachar el-Assad y lo cierto es que esas manifestaciones reunieron, cuando más, un total de 100 000 personas. En dichas manifestaciones no se pedía más libertad sino la instauración de un régimen islámico. Si se exigía la dimisión del presidente al-Assad no era por causa de su política sino porque los manifestantes apoyaban una corriente sectaria del sunnismo, la corriente takfiri, y afirman que Bachar el-Assad es un hereje –porque es alauita– sin derecho por lo tanto a ejercer el poder en un país musulmán que, según la corriente takfiri, sólo puede ser gobernado legítimamente por un sunnita perteneciente a la misma escuela teológica que la corriente takfiri.
2. Según la OTAN y sus aliados del Golfo, el «régimen» respondió a las manifestaciones dispersando a las multitudes con el uso de municiones de guerra, lo cual habría provocado al menos 3 500 muertos en lo que va de año.
Falso. En primer lugar, es imposible reprimir manifestaciones que nunca han tenido lugar. Además, desde el principio mismo de los incidentes, las autoridades comprendieron que el objetivo era provocar enfrentamientos de índole confesional en un país donde el laicismo ha sido la columna vertebral del Estado desde el siglo VIII. Así que el presidente Bachar el-Assad prohibió a las fuerzas de seguridad, a la policía y el ejército, el uso de armas de fuego en cualquier circunstancia en la que existiese la más mínima posibilidad de herir a civiles. Su objetivo es impedir que la existencia de heridos o muertos de tal o más cual confesión pueda servir de pretexto para justificar una guerra confesional. Las fuerzas de seguridad están aplicando esas instrucciones presidenciales al pie de la letra, incluso, como veremos más adelante, al precio de poner en peligro las vidas de sus propios miembros. En cuanto a la cantidad de muertos, en realidad son la mitad de la suma mencionada. Y la mayoría no son civiles sino soldados y policías, lo cual pude comprobar personalmente en el transcurso de mis visitas a hospitales y morgues civiles y militares.
3. Cuando logramos romper el muro del silencio y que numerosos medios de prensa reconocieran la presencia en Siria de escuadrones de la muerte provenientes del exterior que asesinan civiles en las ciudades y tienden emboscadas al ejército, la OTAN y sus aliados del Golfo empezaron a hablar de un ejército de desertores. Según la OTAN y sus cómplices del Golfo, hubo militares (no policías) que recibieron órdenes de disparar contra la gente por lo que decidieron rebelarse y conformar un ejército sirio libre, que ya contaría con 1 500 hombres.
Falso. Sólo se han producido unas pocas decenas de deserciones y los desertores han huido a Turquía, donde están bajo las órdenes de un oficial miembro del clan de Rifaat el-Assad y Abdel Hakim Khaddam, públicamente vinculado a la CIA. Lo que sí existe es un creciente número de jóvenes que se niegan a hacer el servicio militar, a menudo debido a presiones de sus familiares más que por decisión propia, ya que los militares que caen en una emboscada no tienen derecho a defenderse haciendo uso de sus armas si se hallan civiles en el lugar. Así que los militares tienen que estar dispuestos a sacrificar sus propias vidas si no tienen cómo escapar a sus agresores.
4. Según la OTAN y sus aliados del Golfo, el ciclo revolución/represión ha cedido su lugar a un principio de «guerra civil». Atrapados en esa circunstancia, 1,5 millones de sirios estarían siendo víctimas del hambre. Sería por lo tanto conveniente organizar «corredores humanitarios» para permitir el envío de alimentos y la huida de los civiles que deseen abandonar las zonas de combate.
Falso. En relación con el número y la crueldad de los ataques perpetrados por los escuadrones provenientes del exterior, los desplazamientos de población son poco numerosos. Siria es un país autosuficiente en el plano agrícola y la producción no ha disminuido significativamente. Sí existen, en cambio, frecuentes interrupciones de la circulación a través de las carreteras en las que se producen la mayoría de las emboscadas. Además, al producirse algún ataque dentro de una ciudad, los comerciantes cierran de inmediato sus establecimientos. Esto ha venido ocasionando graves problemas de distribución, incluso en lo tocante a la alimentación. Pero ni siquiera son esas las verdaderas causas del problema. Son las sanciones económicas las que están provocando un desastre. Siria, país que a lo largo del decenio había registrado una tasa anual de crecimiento del 5%, ya no puede vender sus hidrocarburos a Europa occidental y su industria turística está siendo gravemente afectada. Mucha gente ha perdido así sus empleos y sus ingresos y se ve por lo tanto obligada a economizar en todos los aspectos. El gobierno está haciéndose cargo de esas personas y está distribuyendo gratuitamente combustible (para la calefacción) y alimentos. Lo cierto es que, ante tal situación, hay que decir que sin la ayuda del gobierno de el-Assad, 1,5 millones de sirios serían hoy víctimas de la desnutrición por causa de las sanciones de los países occidentales.
En definitiva, aunque nos encontramos aún en una etapa de guerra no convencional, con envío de mercenarios y de fuerzas especiales para desestabilizar el país, la narración que ofrecen la OTAN y sus aliados del Golfo ya se aleja considerablemente de la realidad. Y el abismo entre esa imagen y la realidad de los hechos ira acentuándose cada vez más. En lo que a usted concierne, amigo lector, al no hallarse usted en el lugar de los hechos, no tiene razón alguna para confiar en mí más que en la OTAN. Pero sí existen, sin embargo, algunos indicios que pueden indicarle cómo orientarse.
Cuatro evidencias que la OTAN se empeña en ocultar
1. Sería lógico creer que las acusaciones sobre la supuesta represión y la cantidad de víctimas han sido objeto de la más cuidadosa comprobación. Pero no es así. Todos los datos al respecto provienen de una sola fuente: el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, con sede… en Londres, cuyos responsables se escudan tras el más estricto anonimato. ¿Qué valor pueden tener esas graves acusaciones si no se confrontan con los informes de otras fuentes? ¿Por qué instituciones como la Oficina del Alto Comisario de la ONU para los Derechos Humanos se hacen eco de tales acusaciones sin tomarse el trabajo de comprobar su veracidad?
2. Rusia y China recurrieron al veto contra un proyecto de resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que abría el camino a una intervención militar internacional. Los responsables políticos de la OTAN nos explican, apenados, que los rusos están protegiendo su base naval militar del puerto sirio de Tartus y que los chinos son capaces de cualquier cosa con tal de obtener unos cuantos barriles de petróleo. ¿Debemos aceptar el concepto maniqueo de que Washington, Londres y París hacen gala de buenos sentimientos mientras que Moscú y Pekín son esencialmente egoístas e insensibles al martirio de un pueblo? ¿Es posible no darnos cuenta de que Rusia y China tienen muchos menos interés en defender Siria que los países occidentales en destruirla?
3. Resulta ciertamente extraña la composición de la coalición de estos países supuestamente bien intencionados. ¿Podemos acaso pasar por alto el hecho que los dos principales contribuyentes de la Liga Árabe y promotores de la «democratización» en Siria son precisamente Arabia Saudita y Qatar, dos dictaduras al servicio de Estados Unidos y de Gran Bretaña? ¿Podemos acaso dejar de preguntarnos si los mismos países occidentales que acaban de destruir sucesivamente Afganistán, Irak y Libia –donde ya demostraron lo poco que les importa la vida humana– son realmente honestos cuando enarbolan el estandarte humanitario?
4. Y ante todo, para no dejarnos manipular en cuanto a los acontecimientos en Siria, es esencial ponerlos en su contexto. Para la OTAN y sus aliados del Golfo –cuyos ejércitos ya invadieron Yemen y Bahrein ahogando allí en sangre las manifestaciones– la «revolución siria» es la prolongación de la «primavera árabe», según la cual los pueblos de la región aspiran a la democracia de mercado y al confort del American Way of Life.
Por el contrario, para rusos y chinos, al igual que para venezolanos y sudafricanos, lo que sucede en Siria es la continuación del «rediseño del Medio Oriente ampliado» anunciado por Washington y que ya ha dejado 1,2 millones de muertos, un proceso al que toda persona preocupada por la vida humana debe sentirse deseosa de poner fin. Estos últimos recuerdan que, el 15 de septiembre de 2001, el presidente George W. Bush programó 7 guerras. Los preparativos para el ataque contra Siria comenzaron oficialmente el 12 de diciembre de 2003 con el voto de la Syrian Accountability Act, en medio de la euforia por la caída de Bagdad. Desde ese día, el presidente de Estados Unidos –cargo que hoy ejerce Barack Obama– cuenta con la autorización del Congreso para atacar Siria y ni siquiera está obligado a presentarse ante los parlamentarios estadounidenses antes de dar la orden de abrir fuego. Así que la cuestión no es saber si la OTAN ha encontrado una justificación divina para desencadenar la guerra sino más bien si Siria podrá encontrar un medio de salir de esta situación, como ya logró hacerlo ante todas las acusaciones difamatorias, y para no caer en todas las trampas anteriores, como el asesinato del ex primer ministro libanés Rafik Hariri o el ataque israelí contra una imaginaria central nuclear militar.
Los «grandes medios de prensa comercial» occidentales ante los hechos y como testigos
Ya al terminar este artículo quisiera señalar, amigo lector, que la Red Voltaire facilitó una gira de prensa organizada por iniciativa del Centro Católico de Información de los Cristianos de Oriente, en el marco de la apertura a los medios de prensa occidentales, apertura que el propio presidente el-Assad anunció a la Liga Árabe.
Nosotros mismos ayudamos a los periodistas de los grandes medios a viajar a las zonas de combate. Nuestros colegas se sintieron al principio incómodos en nuestra compañía, al mismo tiempo porque tenían de nosotros una imagen negativa preconcebida y porque creían trataríamos de lavarles el cerebro. Pero pudieron comprobar posteriormente que somos personas normales y que nuestro compromiso no nos ha hecho renunciar a nuestro espíritu crítico.
En definitiva, a pesar de que están íntimamente convencidos de la bondad de la OTAN y de que no comparten nuestro propio compromiso antiimperialista, pudieron ver y oír la realidad de los hechos. Con honestidad, mencionaron en sus trabajos las acciones de las bandas armadas que siembran el terror en el país.
También es cierto que se abstuvieron de contradecir abiertamente la versión atlantista y que trataron de conciliar con esa versión lo que ellos mismos habían podido ver y oír, lo cual los obligó a veces a hacer toda una serie de piruetas alrededor del concepto de «guerra civil» entre el ejército sirio y mercenarios extranjeros. En todo caso, los reportajes de la Radio Televisión Belge (RTBF) o los del diario La Libre Belgique, por citar tan sólo dos casos, demuestran que desde hace 8 meses la OTAN ha venido escondiendo las acciones de los escuadrones de la muerte extranjeros cuyos crímenes atribuye a las autoridades sirias.
Fuente:http://www.voltairenet.org/Mentiras-y-verdades-sobre-Siria
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