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sábado, 24 de enero de 2015

Uruguay Y Los Derechos Humanos

Uruguay y los derechos humanos 

Por: Darío Valle Risoto 
(http://losmuertevideanos.blogspot.com.es/2015/01/uruguay-y-los-derechos-humanos.html)

En 1989 a pocos días de operarme de un tumor y sin saber cuanto me quedaba por delante en este mundo fui a votar aún con dolores, al referéndum para anular la ley de caducidad de la pretensión punitiva del estado. Entre un millón de razones voté verde también para anular que mi madre votaba amarillo, es decir: A favor de que los torturadores y asesinos durante la dictadura de este país (1973-1985) quedaran impunes. El voto verde (Anulatorio) perdió frente al voto amarillo y la sociedad quedó dividida entre los que mantenemos que quién atenta contra los derechos humanos sea civil o militar lo pague y quienes por diversos motivos quieren que esto se olvide. Mi vieja era una ignorante pero mucha gente que votó en contra de que haya justicia nada de eso, entre estos muchos izquierdistas incluso de los llamados grupos o partidos “radicales” hubo muchos que estaban de acuerdo con barrer los derechos humanos para debajo de la alfombra y seguir hacia adelante. Julio María Sanguinetti era en ese momento el presidente, el mismo que había sido cómplice como muchos civiles de esta dictadura había llegado al poder con candidatos y partidos proscriptos en una suerte de extensión o bonus track de la dictadura que duró hasta 1989. Luego vino el gobierno de Luis Alberto Lacalle y por supuesto más de lo mismo. Cuando sobrevino luego de este gobierno de derechas uno nuevo de Sanguinetti comprendí que la gente no solo es muy cornuda sino que también masoquista. Pero todos estos tipos son de partidos de derecha. Estos tres períodos estuvieron aderezados con variados sucesos donde la izquierda uruguaya parecía reivindicar el eslogan de “Juicio y castigo” pero aunque no lo parezca ciertos sectores también pretendían dejar el pasado en el pasado como defendían estos popes de la derecha anteriormente nombrados, solamente en el gobierno de Jorge Batlle (2000-2005) hubo algún movimiento a favor por lo menos de saber donde estaban enterrados los muertos por la dictadura uruguaya. Poco pero algo era algo. En el año 2005 asume Tabaré Vázquez como presidente representando al Frente Amplio que no es un partido sino una coalición de diferentes partidos y grupos de izquierda. Yo realmente esperaba que al día de asumir el tipo derogara por decreto una ley que no solo es anticonstitucional sino que atenta contra todo lo que se defiende en torno a los derechos humanos en casi todo el planeta. Pero no pasó.  El 25 de Octubre del año 2009 un segundo referéndum volvió a defender esta nefasta ley que atenta contra todo lo que llamamos derechos humanos y civilización pero que sigue incólume aunque se hayan metido presos en una cárcel especial a algunos viejos protagonistas de esta dictadura fomentada desde los propios Estados Unidos en su plan Cóndor para América latina. Y he vuelto a pensar en que a veces las democracias sufren de “votitis aguda” pretendiendo votar lo que es absolutamente ajeno a las decisiones humanas como estos casos de delitos de lesa humanidad. Sin embargo hemos comprendido algunos que no han alcanzado dos gobiernos Frenteamplistas para arrojar luz sobre este pasado que lo quieran o no nos pertenece con toda la carga de culpa y circunstancia que nos atañe. No somos tontos y sabemos bien que una cosa es ser oposición y otra gobierno, aunque en realidad gobiernen los de siempre de alguna manera esta coalición de izquierda ha tenido que hacer cintura para tratar de mantener más o menos activos sus principios pero sin tocar un ápice una economía neo liberal y por ende capitalista que también contiene estos viejos y caducos valores militaristas y patrióticos que muchos populistas defienden. Para un anarquista como yo sigue siendo incomprensible que se sostenga que se es de izquierda mientras se alimenta una política económica de consumismo atroz y se privatizan la salud y la educación al punto de que se ve como bueno que inversiones privadas incursionen en estos dos estamentos con la presunción de que los mejoran. También es sospechoso para mí que algunos sectores de izquierda vean con buenos ojos a Cuba y Corea del Norte porque se oponen a los Estados Unidos pero a cuesta de otra forma de perder libertades, ni hablemos de cómo se intenta defender al terrorismo musulmán por la misma razón aún desde sectores que yo creía de personas un poco más inteligentes. Es así que a más de treinta años de “democracia” en el Uruguay poco se ha avanzado con el tema dictadura cívico militar, desaparecidos, vuelos de la muerte, tortura, etc. y  cuando se mantiene en el ministerio de defensa a un personaje como Eleuterio Fernández Huidobro que de Tupamaro preso en la dictadura y rehén de la misma pasó a ser un ferviente defensor del olvido, de que este oprobioso pasado que muchos uruguayos intentaron barrer debajo de la alfombra votando a favor de la ley de caducidad tenga su “Punto final” está todo dicho sobre quienes nos gobiernan hoy y ya no son los mismos de ayer. 

viernes, 23 de enero de 2015

A Quién Le Conviene Que Nisman Esté Muerto?

¿A QUIEN LE CONVIENE QUE NISMAN ESTÉ MUERTO?
Mariano Saravia 
(Diario LA MAÑANA, Córdoba, Argentina, 20 enero de 2015)

En principio, es difícil hablar con la muerte tan reciente, por respeto al propio Nisman. Pero creo que cuando no hay mucha información concreta, uno se tiene que preguntar a quién beneficia y a quién perjudica un hecho. Este hecho evidentemente a quien más perjudica es al gobierno nacional, al cual lo que le convenía era que Nisman intentara explicar la denuncia de la semana pasada sobre supuesto encubrimiento. Una denuncia que no tenía ningún sustento, y no dicho por alguien del gobierno, sino por el propio juez de la causa Rodolfo Canicoba Corral, por las organizaciones involucradas (principalmente familiares de las víctimas de la Amia), por Interpol y por los gobiernos de terceros países. Si hubiera una mínima posibilidad de que Argentina estuviera encubriendo a la República Islámica de Irán en un caso de terrorismo, Obama ya nos estaría enviando a los marines. De hecho, la guerra civil que sufre Siria desde hace varios años y que ya ha dejado más de 200 mil muertos tiene como origen el alineamiento del presidente Bachar Al Assad con Irán. Muy por el contrario, la reacción de la comunidad internacional respecto a la gravísima denuncia de Nisman contra el gobierno argentino fue de absoluta indiferencia. Sería importante hacer un poco de memoria para contextualizar lo que está sucediendo. El atentado contra la Amia fue el 18 de julio de 1994, luego del atentado contra la Embajada de Israel de 1992 y antes del asesinato de Carlos Menem hijo de 1995. El antecedente directo era la participación de Argentina de la Primera Guerra del Golfo y el alineamiento acrítico del gobierno de Carlos Menem con el de George Bush padre, lo que se dio en llamar la política de “relaciones carnales”. 
Luego del atentado (el mayor de la historia argentina, con 85 víctimas), vinieron 10 años fatales, que quizá expliquen que nunca se llegue a la verdad total, con el encubrimiento político y judicial del ex juez Galeano incluidos. 
Con la llegada de Néstor Kirchner al gobierno hay un giro total en el tema, con dos puntos centrales. Por un lado, en lo judicial se crea la unidad fiscal especial, a cargo de Alberto Nisman. Por el lado político, a partir de 2003 no hubo una sola asamblea general de la ONU en la que primero Néstor y después Cristina, no reclamaran, como punto central, por la colaboración de Irán en cuanto al caso Amia. 
Lamentablemente por el lado judicial, el fiscal especial Nisman tampoco avanzó nada en los siguientes 10 años.
Como digo, es difícil hablar de un muerto, pero en este caso la información en cuestión es importante, y lamentablemente hay que resaltar que Nisman era un hombre que respondía directamente a la CIA y a la Embajada de Estados Unidos, y a cierto grupo de los espías argentinos recientemente desplazado del la Side. Está todo en decenas de cables dados a conocer por Wikileaks y Julian Assange, y recopilados en el libro de Santiago O‘Donnell: Argenleaks. 
En torno al caso Amia se mezclan muchos intereses y poderes internacionales. En definitiva, creo que pueden haber sido muchos los que incitaron a Nisman al suicidio. Pero el último que haría algo así, creo yo, es el gobierno. 
En el medio, es un asco el aprovechamiento mediático y político que están haciendo de esta muerte. Lamentablemente nos tenemos que ir preparando para esto porque va a continuar increscendo. Es terrible ver cómo ciertos periodistas y políticos no dudan un instante en lucrar con la sangre de la gente, sea el caso Charlie Hebdo, el del atentado a la Amia o la muerte de Nisman.

miércoles, 14 de enero de 2015

Dame un poco de tu libertad y te daré más seguridad

Dame un poco de tu libertad y te daré más seguridad
Isaac Rosa
Estás en el salón de tu casa, viendo en la tele el asalto en directo al supermercado parisino, y en esto llaman a la puerta. Abres, y te encuentras al ministro de Interior. Por supuesto, lo dejas entrar, le invitas a sentarse en el salón, le ofreces un café.
El ministro, con sonrisa comercial, te dice que tienes una casa muy bonita, que tus hijos están muy altos, que vaya invierno atípico que tenemos, y, una vez roto el hielo, te suelta la oferta: “Le propongo un trato al que no podrá decir que no: un poco de su libertad a cambio de más seguridad para usted y los suyos. Así de fácil: usted me da un poquito de libertad, yo le doy un poquito más de seguridad. ¿Qué me dice?”.
O dicho con palabras del propio ministro en una entrevista el domingo: “Hasta ahora teníamos un determinado equilibro entre libertad y seguridad. Ahora hay un incremento de la amenaza por el terrorismo yihadista y hay que conseguir un nuevo equilibrio. Ese es el debate”. Ahí sigue el ministro, sentado en tu sofá, y preguntándote: “¿Qué me dice?”.
Tú le dices que sí, claro. Faltaría más. Si a cambio de que no te maten o no entre un pirado con kalashnikov en el colegio de tus hijos, tienes que desnudarte en el aeropuerto o dejar que te pinchen el teléfono o el correo, no parece mala oferta. Total, tú no eres un terrorista, no tienes nada que ocultar. Así se lo oíste a un tertuliano en la tele, ayer mismo: “A mí no me importa que sepan a dónde viajo o qué páginas visito, porque no tengo nada que ocultar.” Pues eso.
Justo cuando estás a punto de estrechar la mano del ministro, llega a casa tu mujer, que tiene la virtud de aparecer siempre en el momento en que están a punto de venderte otra enciclopedia o un apartamento en multipropiedad. “¿Qué está pasando aquí?”, pregunta desconfiada, pues conociéndote se teme lo peor. “¿Qué te está vendiendo este?”, dice señalando al ministro, que silba mirando para otra parte.
Entonces tu mujer te recuerda que esa moto ya te la han vendido otras veces, y acabó siendo un timo. Cediste libertad, pero a cambio no está muy claro que hayas obtenido más seguridad. “¿No firmamos ese mismo contrato hace catorce años, cuando el 11S? ¿No lo renovamos hace diez, cuando el 11M? ¿No llevamos tres lustros aceptando recortes en libertades y, por el mismo precio, guerras, invasiones, torturas, cárceles secretas? ¿Acaso el mundo es hoy un lugar más seguro?”.
Tu mujer se viene arriba, y se encara con el agobiado ministro: “Por esa regla de tres, los países con menos libertades serían los más seguros. ¿Es así? Pues resulta que donde más atentados hay es en países militarizados, en estado de excepción permanente, sin libertades”.
El ministro se despide deprisa y se marcha, no sin antes dejarte un catálogo de sus productos, por si te lo piensas mejor. Durante la cena, veis la tele y habláis de cualquier cosa. Es al entrar en la habitación de los niños para arroparlos, cuando te acuerdas de la visita del ministro, de su oferta, de la razón que tiene tu mujer. Seguridad, libertad, vaya timo, te ríes. Pero también te acuerdas del miedo de estos días, y del que nos queda, y de esta jodida sensación de que puede pasar cualquier cosa en cualquier momento, que somos vulnerables, y algo habrá que hacer. Esta noche te costará dormir.

(http://www.eldiario.es/zonacritica/seguridad_libertad_terrorismo_6_345125518.html)

martes, 13 de enero de 2015

PERO


PERO. En los últimos cuatro días he leído demasiadas veces esa palabra. Normalmente introduciendo una adversativa tras una declaración de buenas intenciones de perogrullo. «Condeno el uso de la violencia PERO». «Estoy a favor de la libertad de expresión PERO». Hablo, claro, de las reacciones al atroz, terrible crimen que varios terroristas cometieron en París y que acabó con las vidas de diecisiete personas, entre ellas cinco dibujantes de la revista Charlie Hebdo, blanco del ataque. En un primer momento, cuando sucedió, me quedé completamente bloqueado. Incapaz de reaccionar, ni mucho menos de escribir sobre lo que había pasado. No quería escribir en caliente, no quería decir cosas en público de las que luego pudiera arrepentirme. Quería tener cierto duelo antes de hablar, porque el dolor en ocasiones no es buen consejero. Y esto me ha dolido muchísimo. Necesitaba distancia y cierta reflexión. Por desgracia, fui de los pocos que pensó así.
Desde el instante siguiente al ataque las redes comenzaron a llenarse de opiniones de personas que resultaron ser expertas en el Islam —aunque confundieran árabe con musulmán; pequeños detalles sin importancia—, en libertad de expresión, en geopolítica en general y en la historia de la Charlie Hebdo en particular. Y así, junto a la farsa habitual y esperable —medios que llevan años secuestrados por intereses políticos y económicos diciendo que ellostambién son Charlie, el gobierno de Rajoy haciéndose cruces mientras aprueba la Ley Mordaza— he asistido con pena y rabia a un desfile de opiniones lanzadas desde la izquierda, o desde cierta izquierda, o desde ciertas personas de izquierda.
Pienso que hay, en ciertas personas, una necesidad de disentir casi patológica, de ir más allá de la mayoría, incluso de los de su cuerda, de ver lo que nadie ve, de querer ser más papista que el papa: de ser más izquierda que nadie. Normalmente esto conlleva una seriedad exagerada, un ansia de trascendencia que deviene en una superioridad moral tan dañina como la de la derecha más tradicional. Desde arriba, nos juzgan y señalan nuestros pecados. Y se pasan, claro. Creo de veras que cierta izquierda, en esa especie de carrera por ver quién es más abierto, tolerante y respetuoso, han acabado dando la vuelta completa y cayendo en cierto tipo de conservadurismo. Es lo que ha sucedido estos días en torno a Charlie Hebdo.
Obviamente muchas de esas personas ni siquiera conocían la revista previamente. A partir de cuatro portadas que satirizaban el Islam se han formado una rápida opinión para desmarcarse de la corriente y descubrirnos que ahora lo verdaderamente de izquierdas es censurar y poner límites, porque, claro, Charlie Hebdo es una revista islamófoba. Porque satiriza el Islam. Da lo mismo que durante sus cinco décadas de historia hayan disparado a todo y a todos, da lo mismo que tengan multitud de portadas y chistes donde arremeten contra otras religiones, incluyendo la católica. Da lo mismo que hayan cargado abiertamente contra la derecha y contra las políticas xenófobas de la misma, da igual que varios de los dibujantes sean de origen árabe. Han visto una imagen en la que han detenido la mirada tres segundos y eso es suficiente para sentar cátedra.
Criticar el Islam es racista y xenófobo, dicen. Es una falta de respeto innecesaria a las creencias de unas personas. Ok. Supongo entonces que toda esa gente se sentirá fatal cuando Mongolia ridiculiza las creencias de los católicos españoles. Pero no, por supuesto. A esas personas de izquierda les parece bien eso, les parece bien la crítica sin límites a nuestras tradiciones, entienden que eso es progresista, y de hecho ponen el grito en el cielo con cada condena de nuestra deficiente legislación a un humorista. Porque, dicen, la libertad de expresión es sagrada. Cómo ha cambiado el cuento en tres días. De repente, las mismas personas que seguramente compartirían entusiasmados viñetas de El Papus de los años setenta cargando contra la Iglesia, los mismos que quizás sin saber su procedencia hayan aplaudido antes alguna portada de Charlie Hebdo crítica con Franco— por ejemplo—, nos dicen que libertad de expresión sí PERO.
Nos estamos equivocando terriblemente. En serio. Si ése va a ser el discurso, si la izquierda va a ser así, perdón pero yo me bajo. Esto no es ser de izquierdas, o al menos no es la idea que yo tengo de ser de izquierdas. Primero: la oración «Estoy a favor de la libertad de expresión» debe ser simple y terminar con un punto. No admite matices. Si los tiene, entonces ya no es libertad. Si consideras que una cosa es la libertad de expresión y otra faltar al respeto, entonces no has entendido absolutamente nada. La libertad de expresión incluye la posibilidad de faltar al respeto. Porque si tenemos que respetar las creencias, entonces tenemos que respetarlas todas; incluso las absurdas o las que sólo sostiene una persona. Lo cual equivale a decir que no podemos reírnos de nada. Pero si la cuestión es que alguien considera que no puede satirizarse una religión porque es la que profesa un pueblo oprimido, entonces vamos todavía peor. Primero, por el paternalismo etnocentrista de quien está intentando ser más tolerante y multicultural que nadie. Y segundo, porque precisamente es la versión dura de esa religión la que está oprimiendo a millones de árabes. Musulmanes o no, religiosos o no. Estáis errando el tiro: no es con el radicalismo y el fanatismo con el que debéis ser tolerantes. No son «sus costumbres»; es un sistema de control totalitario y asfixiante que está matando, sobre todo, árabes. Que oprime a las mujeres, que castiga la disidencia, que tortura. Que hace todo lo que aquí hemos luchado, desde la izquierda, por erradicar. Y ahora, por no querer pecar de lo que con acierto denunciáis en la derecha, por no dar pie a que nadie dude de vuestro respeto a otras culturas, estáis comulgando con ruedas de molino. Ruedas de molino peligrosas, además. Y se cae en una esquizofrenia cultural llamativa: se defiende el velo porque las monjas también llevan la cabeza cubierta y al mismo tiempo se critica la iglesia católica por relegar a las mujeres a ese rol. Se exige el laicismo para nosotros pero se respeta el integrismo para ellos. Sólo que ya no hay un nosotros separado de un ellos. No me extiendo aquí porque me faltan conocimientos y porque precisamente ayer leí, vía Pepo Pérezeste artículo deIlya U. Topper al que os remito, porque creo que expone la cuestión con claridad cristalina.
No es una cuestión cultural. Se trata de opresión y tiranía. Y, creedme, a nadie le gusta ser oprimido. Pensaba que eso sí lo teníamos claro. Si ante la prohibición de dibujar a Mahoma la respuesta es no dibujarlo, entonces han ganado los opresores. «¿Por qué molestar?», se preguntan algunos; «De acuerdo, a favor al cien por cien con la libertad de sátira de Charlie Hebdo, pero si sabían lo que podía pasar, para qué arriesgarse?». El argumento del miedo me apena más incluso que el anterior, que más bien me cabreaba. «¿Qué necesidad hay de provocar? Hombre… seamos juiciosos». Tanto darle vueltas a los límites del humor y de la libertad de expresión para llegar a la conclusión de que el límite está en las pistolas. Así de triste. Di lo que quieras pero si te pueden pegar un tiro, cállate. Esto no me lo estoy inventando, ni estoy haciendo parodia: son comentarios que se escuchan y leen en estos días, dichos por gente supuestamente tolerante y abierta. «Se lo han buscado», «Ya sabían el riesgo que corrían». El argumento de ser tolerante con la intolerancia porque las consecuencias pueden ser sangrientas es, lo voy a decir claro, aterrador. Supone una derrota absoluta, en mi opinión, de unos valores y una ideología que debería buscar todo lo contrario: la valentía, el arrojo, la lucha por lo que se cree. Si nos metemos con unos porque no nos ponen bombas pero con los que sí lo hacen nos callamos, hemos perdido. Y ellos han ganado. Es un argumento que, tristemente, he tenido que ver cómo sostiene alguien por lo general tan lúcido como Joe Sacco, que para mi sorpresa toma la parte por el todo y se cuestiona si no tendríamos que respetar la exigencia de unos fanáticos para no molestar a millones de personas.
Pero, ¿sabéis? Quizás la pregunta sea lícita. Hablamos de vidas, es cierto. Hemos vivido días terribles. CharbCabuHonoréTignous y Wolinski han muerto por dibujar. Otras doce personas ha sido igualmente asesinadas, supongo que, según los que intentan justificar en alguna medida lo que ha sucedido, por pasar por allí. Los cinco dibujantes habían «provocado»; ¿qué había hecho el resto, según los que argumentan con esos PEROS? Da igual, no quiero entrar en eso. Quiero hacerme preguntas. ¿Por qué se arriesgaron? Es cierto.
¿Por qué se arriesgaron a dibujar a Mahoma si sabían que los podían matar?
¿Por qué El Papus se reía de la ultraderecha si sabían que les podían poner una bomba?
¿Por qué negarse a pagar el impuesto revolucionario a ETA si sabes que te pueden pegar un tiro?
¿Por qué exigir democracia si te pueden torturar en una comisaría?
«Por qué los negros pedían derechos si sabían que el Ku Klux Klan acechaba?
¿Por qué no se quedaron en su casa Martin Luther KingNelson Mandela oMalala Yousafzai?
¿Por qué hablar, por qué arriesgarse?
La respuesta es sencilla: porque nadie más lo hacía.
Mientras los demás sucumbían al miedo o eran víctimas de su propia confusión, los autores de Charlie Hebdo no cedieron. No se dejaron silenciar por la violencia, no rebajaron ni un ápice su sátira feroz contra quienes pretenden oprimir y recortar la libertad. No dejaron nunca de ser dignos de una tradición satírica profundamente francesa, que hunde sus raíces en el siglo XIX, en las figuras de autores como Honoré Daumier: tal vez él también debería haberse abstenido de caricaturizar el rey, y se habría ahorrado la cárcel.
El humor es libertad absoluta. El humor ofende, por supuesto que ofende. Para eso está. Para señalar al poderoso, para denunciar la injusticia, para gritar allí donde los demás callan. Para jugársela, por todos nosotros. También por los que tuercen el gesto, también por los que opinan que va «demasiado lejos». Ahora todos son Charlie Hebdo. Pero no es cierto. La mayoría callamos mientras ellos se la jugaban, mientras se ponían conscientemente en el punto de mira porque lo contrario era la derrota que, tal vez, estemos viviendo estos días. Hago mías las lúcidas palabras de Isaac Rosa en el homenaje de Orgulo y satisfacción: «“Yo soy Charlie”, repetimos todos estos días. Pero qué va. Charlie eran solo unos pocos, los que se jugaron la vida». Así es. No soy Charlie, no me atrevería a decir que lo soy, porque no tuve el valor de hacer lo que ellos hicieron. Ahora, lamentablemente, tenemos que asistir al juicio desinformado a su labor por parte de quienes se dicen defensores de la libertad. Y tenemos que ver cómo una ultraderecha a la que siempre atacaron capitaliza su tragedia, y cómo gentes que querrían prohibir la sátira contra sus creencias proclaman la libertad de expresión para criticar las de enfrente.
No hay que estigmatizar a quien elige no jugársela. Pero tampoco podemos criminalizar a quien sí tiene el valor para ello, porque es perverso. Y quiero decir para terminar que estoy lleno de dudas. Cada vez más. Y que por eso me asombra que muchos tengan perfectamente claro y ordenado el mundo en su cabeza y puedan juzgar con tanta alegría unos hechos y a unas personas desde el minuto uno. Me maravilla tanta certeza en un mundo tan complejo; ojalá yo tuviera tanta seguridad ideológica, ahorra muchos disgustos. Pero sí creo tener algo claro: como sociedad no podemos ceder. Si lo hacemos, si dejamos de hacer humor no ya para no herir susceptibilidades, sino para que no nos vuelen la cabeza, esto no terminará nunca. Será la mayor victoria del terror, y el mayor fracaso de todos los que queremos libertad, de cualquier parte del mundo. Y será el peor favor que hacerles a los millones de árabes que son las primeras víctimas del fanatismo, por añadidura. Pero no puedo ser optimista. No con lo que estoy presenciando. La corrección política es peligrosísima; no sabéis cuánto. Deviene en un nuevo conservadurismo que rápidamente se volverá en nuestra contra. Ya lo está haciendo.
Charlie Hebdo: gracias. Lo siento. No os merecéis las balas; tampoco os merecéis tanto PERO.


DESENCHÚFATE!!

<b>DESENCHÚFATE!!</b>
(Fotografía:El mejillón suicida)