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martes, 28 de mayo de 2013

"Alemania va bien para una élite determinada…"

Entrevista a Carmela Negrete sobre La quinta Alemania

Alemania va bien para una élite determinada… La cifra que se maneja es que el 1% concentra la mitad de la riqueza del país”



Periodista, colaboradora de Diagonal y de otros medios alternativos, Carmela Negrete es la autora del IV capítulo -“Pobres con trabajo. Experiencias en la precariedad”- de La quinta Alemania, el libro recientemente publicado por Icaria, Barcelona, 2013, que cuenta también con las aportaciones de Rafael Poch de Feliu y Àngel Ferrero.
Déjeme empezar felicitándola por su aportación… aunque estremece, indigna y pone los pelos, todos ellos, de punta. ¿En qué se basa su reportaje? ¿En su propia vida laboral como periodista?
Lo que cuento en un capítulo de este libro son experiencias propias y ajenas, de gente que he entrevistado. Lo que tienen en común es que son trabajos en condiciones precarias, a diferencia de la imagen que existe de Alemania como un Estado del bienestar que abarca a todos los que viven en el país.
¿Cuántos trabajadores y trabajadoras españoles se calcula que han emigrado a Alemania en los últimos años (pongamos desde 2010)? ¿A qué ciudades emigran especialmente? ¿Por qué emigran los jóvenes españoles? ¿Por aprender nuevos idiomas? ¿Por aventura? ¿Por qué no soportan a Rajoy, al Rey y a Mas si es el caso? ¿Por qué aquí no hay nada, nada de nada?
El año pasado encontraron un empleo en Alemania unos 7.000 españoles. No se sabe exactamente cuántas personas han emigrado, cuántas han vuelto, cuáles son sus motivos, etc. porque muchas de ellas no se inscriben en los consulados. Pero ya conoce la plataforma http://www.nonosvamosnosechan.net, ahí puede leer muchas de las historias de jóvenes que han emigrado en los últimos tiempos. A muchos de ellos les gustaría no haber tenido que marcharse, ahí es donde se cruza la línea entre lo que la secretaria de Inmigración y Emigración llamaba irse “a buscar aventura”. Una aventura obligada.
Lo que usted describe del mundo laboral alemán tiene poco que ver con el mejor o incluso con el algo humano de los mundos posibles. Pero, en cambio, se suele afirmar, tal como en la España aznarista, que Alemania va bien, muy bien, que es el motor de la UE, el diesel del euro y una de las grandes potencias mundiales. ¿No hay aquí alguna contradicción?
Alemania va bien para una élite determinada. Sólo así se explica el boom económico, las cifras que aseguran que la economía crece cada ejercicio y las economías privadas, sobre todo las más humildes, menguan sin parar. La cifra que se maneja es que el 1% concentra la mitad de la riqueza del país. Aquí son realmente ese 99% del que hablaban los del movimiento occupy. El resto, salvo ciertos sectores muy concretos que aún conservan contratos en condiciones, la precariedad ha llegado al mundo académico, a la función pública, etc.
Habla usted, en algún momento, de la desindustrialización alemana. ¿Es así realmente? Estamos hablando del gran productor europeo.
No. Alemania conserva determinadas industrias como los laboratorios farmacéuticos, las fábricas de armas o las que quedan de coches, pero la economía alemana se basa en las exportaciones de productos, que no necesariamente son producidos en el país. Las fábricas, al igual que los compradores no están, en su mayoría, en el país. Más del 70% de los empleos en Alemania son en el sector servicios. La industria ocupa tal vez a dos de cada diez trabajadores. Además, tras la reunificación alemana se destruyó el tejido productivo del este, mandando al paro a unos cuatro millones de alemanes.
Ningún país europeo, afirma en su capítulo, ha vivido un retroceso salarial como la RFA. ¿De verdad? ¿Han calculado bien?
Yo no he hecho los cálculos. El instituto alemán para la investigación económica (Deutschen Instituts für Wirtschaftsforschung, DIW), por ejemplo, señalaba en un estudio que los alemanes han perdido en la última década unos 93 euros mensuales de media en su poder de compra. Solamente quienes ganan más han visto aumentados sus salarios.
Recuerda usted, oportunamente, que una de las propuestas de Die Linke para las elecciones de septiembre de 2013 es la vindicación de un salario mínimo. ¿No existe un salario mínimo actualmente en Alemania?
No hay salario mínimo. Hay determinados convenios entre la patronal y los sindicatos en determinadas áreas. Estos acuerdos varían en función de si vives en Alemania del este o del oeste, ya que se sacaron de la manga que en el este los salarios son más bajos y que supuestamente tienen una deuda con el Estado central. Encima de saquearlos, ahora les hacen pagar. ¿Le suena la historia?
Me suena, me suena. Suele usted agrupar a socialdemócratas, liberales, verdes y conservadores en un mismo cuarteto, tocando la misma música. ¿No hay entonces diferencias sustantivas entre ellos?
Por supuesto que las hay, pero un gobierno rojiverde fue el que inició las mayores reformas de desmonte del Estado social en Alemania, no se olvide. Aquello, y las intervenciones militares, dejaron muy tocada la imagen de ambos partidos.
¿Qué es eso que llama usted la generación Praktikum?
Es la generación que enlaza una práctica detrás de otra, en ocasiones hasta bien remuneradas. Pero ser becario implica no tener prácticamente derechos laborales. Eso sucede en España y también en Alemania.
¿Por qué afirma usted que jubilarse en Alemania y poder vivir dignamente será cada vez más complicado? ¿Son tan horribles las condiciones de jubilación en el país de Marx y Engels?
Desde que introdujeron el llamado “factor de sostenibilidad”, que por cierto quieren poner también en España, las pensiones de muchos alemanes se han visto reducidas. Cada vez mas jubilados se ven obligados a trabajar para completar la pensión y las personas que actualmente trabajan en el tramo de salarios bajos en el futuro tendrán una pensión mísera. El tema de las pensiones irá empeorando cada vez más.
Suponga que soy un joven de aquí, de España, de Sefarad; suponga que no encuentro nada, que no veo cómo montarme aquí la vida; suponga también que tengo algún estudio y que hablo o chapurreo quince frases en alemán. ¿Qué me aconseja? ¿Emigro? ¿Me sigo buscando la (mala) vida aquí?
Si se lo plantea es que tiene opciones; si no las tuviese, simplemente emigraría. Si tiene un contrato, adelante. Si viene a probar suerte, sepa que las cosas están bien complicadas, pero la experiencia merece la pena y enriquece a cualquiera.
¿Quiénes son esos ciudadanos de tercera a los que hace referencia? ¿Son peores sus condiciones?
Son básicamente los solicitantes de asilo y los europeos del este, que son objeto de una dura discriminación laboral y social. Por una parte, los solicitantes de asilo se pasan años y años esperando una respuesta de las autoridades. Mientras, no tienen derecho a alquilar una vivienda, a firmar un contrato de trabajo. El Estado alemán los mantiene vivos al mínimo y los aparta recluyéndoles en asilos que en ocasiones están apartados de las poblaciones. Los europeos del este, por su parte, tienen derecho de circulación pero no tienen (hasta finales de 2013) derecho a trabajar en Alemania. Por eso se ven obligados a la ilegalidad para sobrevivir en el país. Otros europeos del este que vienen con contratos, formación y sobre todo dinero no tienen estos problemas. Se trata fundamentalmente de la comunidad roma.
¿Quiere añadir algo más?
El resto lo puede leer en el libro :)
De acuerdo, voy a por él.


Salvador López Arnal es miembro del Frente Cívico Somos Mayoría y del CEMS (Centre d’Estudis sobre els Movimients Socials de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona; director Jordi Mir Garcia)
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.




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(Fotografía:El mejillón suicida)